5 de abril, 2017
El domingo nuestro compañero de trabajo enseñó a la iglesia de la etnia pal sobre el último mandato de Jesús para Sus discípulos: Ellos debían esperar en Jerusalén para recibir el poder del Espíritu Santo para salir y predicar la Palabra de Dios. Ahora bien, nuestros amigos [de esta etnia] aquí en la aldea siempre han perseguido el poder —poder para hacer crecer los productos de sus huertos; poder para controlar a los espíritus y así hacer mal o ayudar a otros; poder sobre la enfermedad y la muerte; poder para volverse “hombres importantes” ricos e influyentes— pero se han dado cuenta de que el Espíritu Santo no ofrece ese tipo de poder. Esta comprensión ha hecho que algunos se aparten de la búsqueda de esas cosas, pero la mayoría de la gente de nuestra aldea ha llegado a sentir hambre de lo que el Espíritu Santo ofrece: comunión con Dios, ayuda para vencer la tentación, una comprensión más profunda de la Palabra de Dios y del carácter de Él, la valentía para ponerse del lado de Dios y de lo que Él dice que es bueno, el deseo de obedecer a Dios y hacer lo que es correcto, y el poder transformador que nos salva por medio de la fe cuando oímos Su Palabra.
¡Y vimos el cumplimiento de eso! Después del mensaje del domingo, varios hombres se levantaron y hablaron motivados por un sentimiento y una convicción profundos –en algunos eran tan profundos que estaban al borde de las lágrimas– y dijeron cosas como: “¡Tenemos que tomar esto en serio! No nos reunimos aquí sin un motivo; queremos que nuestros corazones sean como buena tierra para que la Palabra de Dios caiga en ella –tierra libre de rocas y maleza espinosa y aves para que la Palabra de Dios pueda producir fruto en nosotros. Cuando cantemos en la iglesia, no lo hagamos solamente para nuestro propio placer. ¡Tenemos que pensar en lo que dicen las palabras y en lo que Dios ha hecho por nosotros! ¡Su Palabra es muy dulce, y por oírla he sido salvo!” Esto es algo asombroso. Por favor, ora por la iglesia pal –tus hermanos y hermanas– y pide a Dios que siga obrando en sus corazones, haciéndolos más semejantes a Su Hijo.
En una nota personal, nos complace informar que mi medicamento está obrando tan bien que mi apetito ha regresado, mi energía ha aumentado y me siento bien.
Gracias por orar por estas cosas.
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