¡ESTAMOS AQUÍ!
DIFERENTE
9 de febrero, 2017
Nuestro primer mes en Tanzania ha sido emocionante, agotador, hermoso, bendecido, exigente, normal, suave, surrealista, caliente y muchas cosas más a la vez. Y ha sido diferente; diferente en muchas formas, a menudo pequeñas…
Todavía nos sentamos como familia para la cena, nos tomamos de las manos, oramos y disfrutamos de una comida juntos. Pero es diferente; nuestros platos contienen más arroz y frijoles, más peces pequeños con ojos, colas y todo (lo cual comen nuestros niños y realmente les gusta), más mangos y plátanos.
Todavía salimos a jugar. Pero es diferente; usamos más protector solar, más repelente de insectos en aerosol, sudamos mucho más. En el vecindario hay buenos amigos con los cuales podemos jugar. Tengo mi “conga” (una pieza de tela) que amarro alrededor de mi cintura cada vez que salgo de la casa porque es tradicionalmente inadecuado que las mujeres usen faldas por encima de las rodillas o pantalones.
Todavía salimos a comprar víveres. Pero es diferente. Usamos mucho lenguaje de señas en la comunicación. Tenemos que adivinar cuál es el término para bananos y cuál para plátanos, y si “grasa para cocinar” y manteca son realmente lo mismo. Estamos empezando a fomentar amistades con los dueños de las tiendas locales cuando volvemos a comprar allí.
Los niños todavía van al preescolar. Pero es diferente. Están experimentando lo que es ser una minoría. Reciben arroz y frijoles en el almuerzo todos los días. Llaman “Tías” a las mujeres que los cuidan y se les enseña a usar su mano derecha al comer. Aprenden, juegan y se ensucian con los niños que esperamos que algún día se conviertan en amigos queridos.
Todavía vivimos la vida cotidiana. Pero es diferente. Tenemos que filtrar el agua que bebemos y esterilizar las frutas y verduras frescas; tenemos una nueva y aterradora olla a presión; hay apagones ocasionales; están los ventiladores siempre presentes; las duchas son con agua fría (a veces dos veces al día para los niños); los guardias de la etnia maasai que están todo el tiempo fuera de nuestra casa con su atuendo tradicional y con nuevas palabras de la lengua swahili para enseñarnos.
Todavía funcionamos como una familia bilingüe. Pero es diferente. Elias lentamente está empezando a hablar inglés otra vez. El inglés de Judah tiene una sintaxis sospechosamente alemana; y ambos niños están comenzando a tomar algunas palabras del swahili, construyendo poco a poco una base para que toda nuestra familia se convierta en parte de la comunidad de aquí algún día.
La vida en África es… diferente. Estamos adaptándonos día a día y estamos agradecidos de que el programa que estamos siguiendo aquí nos permita amoldarnos lenta y deliberadamente mientras nos convertimos en personas que puedan ser servidoras pertinentes aquí en África. ¿Sabes cuál es la razón de que todo este cambio y todas estas diferencias nos hagan estar especialmente agradecidos? “Nuestro eterno, inmutable y constante Dios” que está aquí con nosotros.
ISTANTÁNEAS
18 de marzo, 2017
Hoy, cuando estábamos montando en un pequeño taxi “bajaj” de tres ruedas hacia un mercado local al aire libre, serpenteando entre el embotellamiento del tráfico, con un autobús abarrotado a nuestra izquierda y vendedores de toda suerte de cosas, desde marañones hasta limpiaparabrisas, a la derecha, el pensamiento de lo surrealista que es la vida en África se adueñó de mi mente.
Dos meses aquí nos han permitido vislumbrar la mismísima punta del iceberg con respecto a lo que significa vivir aquí, hablar aquí, funcionar aquí, prosperar aquí. Para compartir esa punta del iceberg contigo, aquí están algunos vislumbres de la vida en Tanzania para documentar algunos hitos…
¡Terminamos la primera fase de nuestro programa del idioma! Eso significa que hemos completado las primeras 100 horas de nuestro estudio del swahili y hemos embutido alrededor de 800 palabras de vocabulario en nuestros cerebros. Si crees que era una clase convencional de “abran sus libros de gramática y estudien”, solo échale un vistazo a la foto para que veas cómo era un día “normal” de clase:
Los chicos sumergieron sus pies en el océano por primera vez. Recuerdo mi asombro ante la inmensidad del océano cuando era niño. Y aunque una parte de mí lamenta el hecho de que no podemos salir a pasear en la naturaleza exterior o tener algo de pasto y árboles en frente de nuestra puerta para que los niños jueguen, VIVIMOS junto al océano Índico. Y allí se encuentra una gran parte de la hermosa creación de Dios.
Viajamos a Morogoro. A principios de marzo, abordamos un autobús con todas las otras familias que estudian el idioma con nosotros y condujimos durante seis horas hasta un lugar llamado Morogoro. Allí, asistimos a un taller que detallaba los pormenores del programa de idiomas que estamos usando, al mismo tiempo que disfrutábamos de las temperaturas más frescas, los vientos y las lluvias refrescantes y las hermosas montañas.
Adelante al tercer mes en África, Etapa 2 en el aprendizaje del idioma, ¡y otra semana de innumerables lecciones de vida que hay que aprender!
UNA VIDA RICA
31 de marzo, 2017
“Mamá”, preguntó Judah con el ceño fruncido mientras estábamos mezclando granola en el mesón de la cocina, “entonces… ¿cuál es nuestro país?”
“¿Qué quieres decir?”
“Entonces, ¿nosotros vivimos aquí ahora? ¿Vivimos aquí, luego vamos a visitar a la Abuela y al Abuelo, y después vamos a visitar a la otra Abuela y el otro Abuelo? O ¿visitamos aquí y luego regresamos por un largo tiempo a Spokane? O ¿regresamos a Alemania por un largo tiempo?”
Por lo tanto, le expliqué a mi pequeño TCK (“niño de una tercera cultura” por sus siglas en inglés) cuál era el plan. Un par de años aquí, una larga visita allí, otra larga visita a algún otro lugar. Esto pareció satisfacer su mente curiosa por ahora, pero estoy segura de que vendrán más preguntas a medida que crezca.
La reacción habitual al hecho de que nos mudamos a África CON nuestros hijos va desde incredulidad hasta malestar por la irresponsabilidad de tal decisión; pero, de vez en cuando, alguien me sorprende con su reacción. Sucedió dos veces hasta ahora, para ser exactos, y el hecho de que yo recuerde vívidamente ambas ocasiones muestra cuán impactantes fueron esas reacciones.
“¡Qué vida tan rica!”, dijo una persona.
Qué vida tan rica.
Sí, están el calor y los bichos y la amenazante nube de malaria y otras enfermedades de las que no tendríamos que preocuparnos si estuviéramos en otro lugar. Sí, también tenemos los traslados y los desplazamientos y el hecho de no tener un hogar permanente ni saber a dónde pertenecen. Pero no olvidemos lo rica que puede ser esa vida para nuestros hijos.
Es rica porque ellos experimentan un mundo mucho más grande que el suyo propio. Un mundo que va más allá de sus raíces occidentales e ideas culturales. Un mundo que los empuja a explorar realmente la naturaleza de la Verdad y la bondad, más allá de lo que dice su cultura.
¡Es rica porque tienen la excelente oportunidad de aprender otro idioma! Un gran regalo que esperamos que los acompañará durante toda su vida.
Es rica porque rápidamente se dan cuenta de que “nuestra manera” no es la “manera correcta”. Aquí solo usamos nuestra mano derecha para comer o pasar cosas; no es malo, solo diferente. Aquí no hay frappuccinos [tipo de café frío de Starbucks] para llevar, pero hay cocos frescos para sorber. No es malo, simplemente diferente.
Es rica porque están aprendiendo a respetar a sus mayores, un valor a menudo perdido en la cultura de Occidente. Están siendo enseñados a estrechar la mano de cualquier persona mayor que ellos, a mirarla a los ojos, y a decirle “Shikamo” (literalmente “yo sostengo sus pies”) como una muestra de respeto.
Es rica porque están aprendiendo, de manera práctica, que nuestra felicidad no es la meta de esta vida aquí en la tierra. Que hay profundo gozo y bendición al servir a la causa del Señor en lugar de perseguir nuestra propia felicidad efímera.
Es rica porque ven la naturaleza y la vida silvestre que de otro modo no lo harían. Viviendo junto al océano, atrapando lagartos, paseando con ovejas que realmente no parecen mucho a ovejas…
Es rica porque aprenden a amar a personas muy diferentes a ellos —diferentes en el color de la piel, diferentes en cultura, diferentes en sus hábitos diarios.
Es rica porque están aprendiendo desde temprano a sacrificarse por una causa mayor que ellos. Judah dejó su gran elefante de peluche en Estados Unidos, Elias tuvo que dejar su amada bicicleta en Alemania. Renunciar a juguetes y animales de peluche… lecciones tempranas sobre renunciar a cosas materiales por la causa mayor de Cristo.
Es rica porque ahora pueden señalar una docena de países en el mapamundi y conocen gente que vive allí o va a trasladarse allí pronto. Tiras en Brasil, el equipo Mueller en PNG, El señor Joel de Australia…
¿Una vida rica en despedidas y cambios? Sí. ¿Pero también una vida rica en experiencias? Sí, en efecto.
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