6 de junio, 2016
“Nunca confío en alguien que camina de puntillas”.
Tal vez estaba tratando de reducir el ruido que hacían mis zapatos mientras caminaba por los largos pasillos. Quizá estaba fingiendo cazar animales silvestres, provocado por leer demasiadas historias del Oeste de Louis L’Amour. ¡El sonido de cada paso podía hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso! Probablemente era un hábito producto de pasar años esquivando ríos de hormigas de fuego en los senderos de la selva. Había estado andando de puntillas.
¡Hormigas de fuego! En las selvas de Borneo, las hormigas de fuego eran mi principal razón para dar pisadas pequeñas. Casi a cada paso en los senderos selváticos había montones de ellas. Se ven como ríos a lo largo del camino; pisa un río de hormigas y cientos de ellas te picarán el pie y treparán por tu pierna en asunto de segundos. Mientras saltas para sacudir las hormigas que te están picando un pie, es muy probable que caigas en un río de hormigas de otra especie; ¡las cuales también pican! Algunas de las hormigas más grandes tenían más de una pulgada de largo con pinzas muy afiladas.
Este respetado pastor me había puesto en mi lugar. Sin palabras, yo había estado comunicando que no era una persona de fiar.
Me preguntaba si alguna vez él habría caminado a lo largo de un camino selvático durante horas con los pies descalzos. Las sanguijuelas se acumulan en los zapatos; detesto las sanguijuelas. Quería ver y quitar las sanguijuelas antes que me chuparan la sangre, en lugar de dejar que se alimentaran escondidas en mis zapatos o mis calcetines, por lo tanto, a menudo caminaba descalzo en los senderos fangosos, los pantanos y los arroyos. Mientras caminábamos también teníamos cuidado del bambú. El bambú puede ser fácilmente tan cortante y tan eficaz como una hoja de afeitar. Las piedras afiladas lastiman, incluso a través de callos gruesos. El barro resbaladizo o el musgo pueden conducir a una caída peligrosa lejos de cualquier ayuda. Al pisar, pon tu talón primero y muy probablemente tendrás una herida dolorosa y de lenta cicatrización para mostrar. Todas estas cosas alentaban a dar pequeñas pisadas al caminador descalzo. Un paso cauteloso y reservado puede resultar en la capacidad de evitar lesiones. Varias veces me di cuenta, al estar a punto de dar un paso, que el palo a donde iba a poner mi pie no era un palo. No me gusta saltar en el último segundo sobre una serpiente, ¡pero eso es mejor que pisar sobre ellas!
Una vez salté sobre un tronco en el camino. Era uno de los muchos que había saltado mientras corría en ese sendero. Lo diferente de este es que el indígena que venía detrás de mí desvió su atención con un machete. “¿No la viste?” me preguntó después. “¿Ver qué?” respondí yo; había estado cuidándome de serpientes pequeñas, prestando atención al suelo sin vegetación entre senderos de hormigas y objetos cortantes que pudieran lastimar mis pies mientras corría a lo largo del sendero. Absolutamente no recuerdo haber visto la serpiente pitón de cuatro metros de longitud –hasta que la picamos, la cocinamos y la comimos.
La cultura es a menudo por el estilo. No sabemos lo que no conocemos y asumimos que todo el mundo piensa de igual modo que nosotros. Creemos que estamos comunicando una cosa y siempre estamos comunicando algo diferente. El hombre que mató la serpiente no podía creer que yo no la hubiera visto; cualquier persona criada en la selva debería haberla visto. El pastor se preguntaba cómo alguien digno de confianza podía andar de puntillas en lugar de usar toda la parte frontal del pie; según la cultura, yo era raro en ambos lugares.
Más tarde, en el aeropuerto de Hong Kong, encontré una buena banca situada detrás de un largo pasillo de la terminal, cerca de mi próxima puerta de embarque. Yo era un pasajero que regresaba a Papúa Nueva Guinea para pilotar aviones. Me senté a esperar a que pasaran las pocas horas antes de mi próximo vuelo. Tratando de ponerme cómodo, crucé mis piernas y me dediqué a ver a las personas mientras corrían de un lado a otro. Después de un rato, escuché el anuncio de un vuelo que venía de Bangkok, Tailandia. Un poco tiempo después, cientos de pasajeros salieron en tropel más allá de mí desde las puertas del pasillo. Uno de los hombres se desvió intencionalmente hacia mí, que estaba a seis metros de distancia. Al pasar, él golpeó mi pie que tenía sobre la rodilla de la otra pierna y siguió por el pasillo. En ese momento recordé que en Tailandia uno nunca debe mostrar la parte inferior del pie o del zapato. No estaba en Tailandia, pero acababa de ofender al menos a una persona procedente de un vuelo lleno de tailandeses.
Cultura no es solo lo que tú piensas sino cómo piensas. Es la rejilla a través de la cual es posible discernir lo que es bueno o malo, correcto o equivocado. He oído decir a la gente: “¡Eso es antiamericano!” o “¡Eso es simplemente grosero!”
La cultura puede decirte que una persona que no te mira a los ojos es sospechosa y poco fiable –o que la persona te respeta y no quiere desafiar tu autoridad– o que esa persona está siendo debidamente respetuosa con el sexo opuesto. La cultura es la que te dice que eructar mientras comes a la mesa es de mala educación, desagradable y descortés –o un cumplido más apropiado y cortés para la calidad de la comida y la persona que la preparó.
Como ministros del Evangelio y embajadores de Cristo a las etnias no alcanzadas, nuestro objetivo no es cambiar las culturas sino ver que la gente entienda la Palabra de Dios dentro del contexto de su propia cultura. Queremos evitar ser el obstáculo que impida la comunicación del gran mensaje de Dios. Queremos brindar la oportunidad de que la Palabra de Dios hable a la cultura de nuestra audiencia, informar a la gente si una práctica cultural es buena o mala al compararla con el estándar transcultural de la Palabra de Dios. La comunicación clara de la verdad exige que uno entienda la rejilla a través de la cual la gente piensa, y aprender a evitar ofender a toda la audiencia aun antes de comenzar a hablar (¡no mostrarles la parte inferior de tu pie!).
Por favor, ora por nuestros colegas misioneros mientras aprenden a navegar a través de culturas misteriosas con el fin de presentar la Palabra de Dios a aquellos que nunca la han oído. ¡A veces es como andar de puntillas a través de senderos de hormigas de fuego!
P.D. ¡Puedes evitar montones de hormigas al volar en aviones!
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