Discipulado deliberado/no deliberado
Marzo 1, 2016
“¡Randy! ¡Qué bueno verte!” Hacía cuatro años que no veía a Ken. Lo había visto en muchos lugares a partir de ese día en que siendo un niño yo, él se sentó por primera vez en nuestro hogar y nos habló de etnias remotas que no sabían nada de Jesús. Había estado en muchas reuniones donde él había sido el orador principal, pero a más del saludo, no crucé con él otra palabra. Varias veces estuve al lado de mi padre mientras los dos hablaban. El hombre viajaba constantemente, hablando en cientos de iglesias y reuniendo a muchos miles de personas al año. Ahora, después de cuatro años de vivir en la selva, el hombre realmente sabía mi nombre; eso me impresionó.
Unos años más tarde, la mano cálida de otro hombre sujetó mi hombro. Me di la vuelta; era otro de los líderes de la misión. No recuerdo la conversación, pero sí recuerdo el saludo cordial y el interés personal que este líder me mostró siendo yo un adolescente insignificante. Su calidez, amabilidad e interés personal dejaron huella. Desde entonces no hemos tenido una interacción significativa. Ese día él fue un ministro de Dios para mí.
Mirando atrás a través de los años, puedo ver que Dios usó a muchas personas para influir en mi vida. Algunos no me dijeron nada en forma directa. Sus actitudes o sus reacciones ante circunstancias difíciles lo decían todo. Otros me enseñaron la Palabra de Dios al dirigirse a un grupo. Muy poco de eso fue un discipulado deliberado de persona a persona; todo tenía el propósito de guiar discípulos. Yo quería más pero no sabía qué necesitaba ni a quién preguntar. Aún así, Dios estaba obrando para traer personas a mi vida que me guiaran a Él. Estas personas estaban dando forma a mi meta-narrativa (esquema de cultura narrativa global o totalizador) o historia global de lo que es cierto y lo que no lo es. Sus propias historias, estando escritas dentro de la historia de Dios, estaban formando mi entendimiento y moldeando la lente de mi cosmovisión.
¿Hay un camino o un destino para el discipulado? ¿Vamos a saltar de estudio bíblico en estudio bíblico con la esperanza de cosechar algo de valor; o hay algo más? ¿Debemos vagar errantes en la iglesia en busca de ese encuentro especial, o hay un camino bíblico hacia la madurez y la vida con propósito eterno? ¿Es el discipulado sólo para los nuevos cristianos o hay algo más para aquellos que han estado en la iglesia y han simpatizado con ésta por un tiempo? Podríamos seguir los caminos típicos de enseñanza en la iglesia — estudiando la vida de Jesús, mirando una que otra profecía del Antiguo Testamento, saltando de un pasaje bíblico a otro en los talleres de administración de dinero, reuniendo perlas de sabiduría sobre el matrimonio en retiros de fin de semana, o prestando atención a los “momentos misioneros” en el culto.
Además del contenido de la enseñanza, ¿hay algunos patrones bíblicos para los métodos de enseñanza? ¿Hay algún camino para llevar más rápidamente a hombre y mujeres a una madurez en la que puedan llevar a cabo la obra del ministerio?
¿Qué más hay?
Estas son algunas de las cosas que los misioneros en formación están aprendiendo en los institutos bíblicos y los centros de capacitación misionera de New Tribes. https://usa.ntm.org/training
¿Cómo empezar el discipulado donde hay barreras de una lengua no escrita, una cultura enigmática, cosmovisiones divergentes y supuestos completamente diferentes de lo que es real y lo que no lo es? ¿Cómo desarrollar relaciones de confianza que conduzcan a una iglesia que madura, llena de personas que son capaces de llevar a cabo la obra del ministerio?
¿Es nuestro objetivo salvar personas de una eternidad de separación, o es tratar de llevar a la gente a tener una íntima comunión y eterna adoración del Dios que es digno? ¿Qué es madurez?
Por favor, ora por nosotros mientras buscamos personas para enviarlas a la capacitación de New Tribes Mission como preparación para el servicio misionero.
Andando de puntillas alrededor de las hormigas de fuego
6 de junio, 2016
“Nunca confío en alguien que camina de puntillas”.
Tal vez estaba tratando de reducir el ruido que hacían mis zapatos mientras caminaba por los largos pasillos. Quizá estaba fingiendo cazar animales silvestres, provocado por leer demasiadas historias del Oeste de Louis L’Amour. ¡El sonido de cada paso podía hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso! Probablemente era un hábito producto de pasar años esquivando ríos de hormigas de fuego en los senderos de la selva. Había estado andando de puntillas.
¡Hormigas de fuego! En las selvas de Borneo, las hormigas de fuego eran mi principal razón para dar pisadas pequeñas. Casi a cada paso en los senderos selváticos había montones de ellas. Se ven como ríos a lo largo del camino; pisa un río de hormigas y cientos de ellas te picarán el pie y treparán por tu pierna en asunto de segundos. Mientras saltas para sacudir las hormigas que te están picando un pie, es muy probable que caigas en un río de hormigas de otra especie; ¡las cuales también pican! Algunas de las hormigas más grandes tenían más de una pulgada de largo con pinzas muy afiladas.
Este respetado pastor me había puesto en mi lugar. Sin palabras, yo había estado comunicando que no era una persona de fiar.
Me preguntaba si alguna vez él habría caminado a lo largo de un camino selvático durante horas con los pies descalzos. Las sanguijuelas se acumulan en los zapatos; detesto las sanguijuelas. Quería ver y quitar las sanguijuelas antes que me chuparan la sangre, en lugar de dejar que se alimentaran escondidas en mis zapatos o mis calcetines, por lo tanto, a menudo caminaba descalzo en los senderos fangosos, los pantanos y los arroyos. Mientras caminábamos también teníamos cuidado del bambú. El bambú puede ser fácilmente tan cortante y tan eficaz como una hoja de afeitar. Las piedras afiladas lastiman, incluso a través de callos gruesos. El barro resbaladizo o el musgo pueden conducir a una caída peligrosa lejos de cualquier ayuda. Al pisar, pon tu talón primero y muy probablemente tendrás una herida dolorosa y de lenta cicatrización para mostrar. Todas estas cosas alentaban a dar pequeñas pisadas al caminador descalzo. Un paso cauteloso y reservado puede resultar en la capacidad de evitar lesiones. Varias veces me di cuenta, al estar a punto de dar un paso, que el palo a donde iba a poner mi pie no era un palo. No me gusta saltar en el último segundo sobre una serpiente, ¡pero eso es mejor que pisar sobre ellas!
Una vez salté sobre un tronco en el camino. Era uno de los muchos que había saltado mientras corría en ese sendero. Lo diferente de este es que el indígena que venía detrás de mí desvió su atención con un machete. “¿No la viste?” me preguntó después. “¿Ver qué?” respondí yo; había estado cuidándome de serpientes pequeñas, prestando atención al suelo sin vegetación entre senderos de hormigas y objetos cortantes que pudieran lastimar mis pies mientras corría a lo largo del sendero. Absolutamente no recuerdo haber visto la serpiente pitón de cuatro metros de longitud –hasta que la picamos, la cocinamos y la comimos.
La cultura es a menudo por el estilo. No sabemos lo que no conocemos y asumimos que todo el mundo piensa de igual modo que nosotros. Creemos que estamos comunicando una cosa y siempre estamos comunicando algo diferente. El hombre que mató la serpiente no podía creer que yo no la hubiera visto; cualquier persona criada en la selva debería haberla visto. El pastor se preguntaba cómo alguien digno de confianza podía andar de puntillas en lugar de usar toda la parte frontal del pie; según la cultura, yo era raro en ambos lugares.
Más tarde, en el aeropuerto de Hong Kong, encontré una buena banca situada detrás de un largo pasillo de la terminal, cerca de mi próxima puerta de embarque. Yo era un pasajero que regresaba a Papúa Nueva Guinea para pilotar aviones. Me senté a esperar a que pasaran las pocas horas antes de mi próximo vuelo. Tratando de ponerme cómodo, crucé mis piernas y me dediqué a ver a las personas mientras corrían de un lado a otro. Después de un rato, escuché el anuncio de un vuelo que venía de Bangkok, Tailandia. Un poco tiempo después, cientos de pasajeros salieron en tropel más allá de mí desde las puertas del pasillo. Uno de los hombres se desvió intencionalmente hacia mí, que estaba a seis metros de distancia. Al pasar, él golpeó mi pie que tenía sobre la rodilla de la otra pierna y siguió por el pasillo. En ese momento recordé que en Tailandia uno nunca debe mostrar la parte inferior del pie o del zapato. No estaba en Tailandia, pero acababa de ofender al menos a una persona procedente de un vuelo lleno de tailandeses.
Cultura no es solo lo que tú piensas sino cómo piensas. Es la rejilla a través de la cual es posible discernir lo que es bueno o malo, correcto o equivocado. He oído decir a la gente: “¡Eso es antiamericano!” o “¡Eso es simplemente grosero!”
La cultura puede decirte que una persona que no te mira a los ojos es sospechosa y poco fiable –o que la persona te respeta y no quiere desafiar tu autoridad– o que esa persona está siendo debidamente respetuosa con el sexo opuesto. La cultura es la que te dice que eructar mientras comes a la mesa es de mala educación, desagradable y descortés –o un cumplido más apropiado y cortés para la calidad de la comida y la persona que la preparó.
Como ministros del Evangelio y embajadores de Cristo a las etnias no alcanzadas, nuestro objetivo no es cambiar las culturas sino ver que la gente entienda la Palabra de Dios dentro del contexto de su propia cultura. Queremos evitar ser el obstáculo que impida la comunicación del gran mensaje de Dios. Queremos brindar la oportunidad de que la Palabra de Dios hable a la cultura de nuestra audiencia, informar a la gente si una práctica cultural es buena o mala al compararla con el estándar transcultural de la Palabra de Dios. La comunicación clara de la verdad exige que uno entienda la rejilla a través de la cual la gente piensa, y aprender a evitar ofender a toda la audiencia aun antes de comenzar a hablar (¡no mostrarles la parte inferior de tu pie!).
Por favor, ora por nuestros colegas misioneros mientras aprenden a navegar a través de culturas misteriosas con el fin de presentar la Palabra de Dios a aquellos que nunca la han oído. ¡A veces es como andar de puntillas a través de senderos de hormigas de fuego!
P.D. ¡Puedes evitar montones de hormigas al volar en aviones!
Descifrando la cultura
14 de junio, 2016
Cultura es el significado que subyace detrás de las palabras y las acciones. Aún más, la cultura incluye el por qué de lo que hace la gente.
Estás allí como el nuevo misionero, en medio de la nada, escasamente pudiendo hablar unas pocas frases. La capacidad de hablar acerca de conceptos abstractos tales como gracia, perdón, cielo y propiciación está unos años más allá en el camino. Estás allí para hablarles de Jesús, pero sabes poco acerca de lo que ellos creen o por qué lo creen. Te tomaste a pecho las palabras que te fueron enseñadas de Proverbios 18:13: “Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio”. Así que, por ahora, tú eres el aprendiz; tu misión es descubrir qué le interesa a tu futura audiencia.
Quizá recuerdas la historia del misionero que sin querer tradujo la Biblia, “Dios creó el mundo hace menos de 20 años y yo presencié eso”. Uno está seguro que esa persona tenía buenas intenciones, pero no quisieras caer en la misma trampa de comunicar mal este mensaje tan importante. Debes aprender las cosas que te permitirán comunicar de manera clara y exacta a su entendimiento la verdad de Jesús.
Hay una gran ceremonia en la aldea. ¡Tú has sido invitado! Traes tu cámara. ¿Qué significa todo eso? ¿Qué creen ellos, y por qué? ¿En qué manera sus creencias los mantienen cautivos?
¿Cuál es el motivo de esta ceremonia?
¿Por qué es necesaria esta ceremonia?
¿Qué poderes o autoridades están involucrados?
¿A qué se está adorando o se le está atribuyendo un gran valor?
¿A quién se aplica la ceremonia?
¿Puede cualquier persona realizar la ceremonia?
¿Cuál es la posición o el estatus del líder de la ceremonia?
¿Puede cualquier persona hacer lo que hacen los líderes?
¿Por qué cada persona tiene un vaso de bebida de arroz?
¿Cuál es la importancia del machete?
¿Será suficiente cualquier machete?
¿Qué se logra por medio de la ceremonia?
No todo fue teórico para el equipo misionero que fue pionero en el trabajo con la gente da’an. ¡El día de la boda había llegado! La novia y el novio se sentaron, vestidos con sus mejores prendas, con toda la aldea reunida en torno a ellos.
Todo era perfectamente normal, en su pensamiento; todo estaba saliendo correctamente. Un anciano dijo algunas palabras mientras sostenía un gallo negro sobre la cabeza del novio. Un hombre más joven agitó una gallina roja, la cual batía sus alas, sobre las cabezas de la novia, el novio y todos los demás.
Un pollo luchaba mientras otra persona recogía su sangre en un recipiente. ¿Qué era esto? Tomando la sangre y su machete, un anciano sumergió el machete en la sangre y frotó con él la frente y el pie del novio.
De algún modo esto no parece encajar con la imagen de una boda occidental de holgados vestidos blancos de seda, manteles blancos y flores rosadas.
Sin embargo, en la mente de estas personas, cada parte es tan necesaria como las palabras: “¡Acepto!” y “¡Puedes besar a la novia!”
Sus creencias sobre el pecado, la justicia y el juicio eran muy complejas y difíciles. Para alejar la enfermedad y el pecado ataban un bejuco de una orilla del río a la otra abajo de la aldea, alimentaban y armaban los ídolos allí, ofrecían sacrificios de sangre en cada casa, ahuyentaban a los espíritus con ofrendas mecidas, y enviaban el pecado río abajo, de donde procede todo el pecado, en una balsa cargada de ofrendas.
¿Se originó el pecado río abajo? ¿La enfermedad y la muerte vienen por ofender a los espíritus? ¿Cuál es la verdad respecto a vencer el temor? ¿La sangre de un pollo expía malas obras? ¿Contra quién se dicen los encantamientos, y tienen el poder de librar?
Solamente las verdades de la Palabra de Dios, aplicadas amorosamente a sus creencias muy arraigadas, los librarán de la cautividad de realizar ritos a los espíritus invisibles.
Hoy día la Palabra de Dios ha sido enseñada allí. Algunas personas oyeron y algunas creyeron. Las iglesias de la etnia da’an ahora llevan a cabo la tarea de alcanzar a su propia gente con la verdad acerca de Jesús. ¿Orarías por ellos hoy? Ora por nosotros.
Existen muchas otras etnias que aún no han oído hablar de Jesús. No oirán hasta que los cristianos deliberadamente capaciten, preparen, apoyen y envíen a alguien para que les hable. ¿Orarás por obreros que estén dispuestos a perseverar en lugares lejanos con el fin de descifrar culturas misteriosas y presentar un mensaje Cristo-céntrico claro?
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