8 de junio
¡Gracias por orar!
Gracias por ser el Cuerpo de Cristo que apoya.
En mi primera semana aquí, he estado leyendo en 2 Corintios y he encontrado pasajes que saltan hacia mí con nuevo significado y convicción. Uno de dichos versículos era muy conocido: 2 Corintios 12:9
“Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.
Mis abundantes debilidades han sido evidentes en estas últimas tres semanas. No puedo hablar ni como un niño pequeño. Compro cosas equivocadas en la tienda porque no entiendo las etiquetas (por ejemplo, compré una especie de crema en lugar de azúcar en polvo…) Me pierdo en los autobuses. No puedo expresar adecuadamente mi gratitud con la gente que me ayuda. No puedo darle a alguien la dirección de mi propio apartamento (una amiga de la iglesia nos vio caminando a Olga y a mí y se detuvo para darnos un aventón, pero tuvimos que llamar a alguien más para que explicara donde vivíamos). Casi no puedo tomar decisiones sencillas como qué toallas comprar, porque mi cabeza es un hervidero de preguntas –¿Realmente están éstas a un buen precio aquí? ¿Son demasiado gruesas para el clima húmedo? ¿Será que nunca se secarán y se volverán mohosas? ¿Puedo hallar un juego de toallas de baño y de manos en cualquier lugar? ¿Por qué me importan tanto estas cosas todavía? etc.
Mis debilidades abundan, ¡pero asimismo la gracia y el poder de Dios!
La gracia de Dios me ha sostenido en estas últimas tres semanas, y Su poder me está dando fuerza para perseverar a pesar de mis sentimientos constantes de ineptitud y necedad; ¡gracias por orar y ministrar junto a mí!
Dios está respondiendo sus oraciones. Sé que Él tiene mucho para enseñarme aquí en Paraguay, y espero poder compartirlo con todos ustedes.
Esta es una foto de Beto y Graciela y sus hijos Grisel y Marko, quienes me recibieron en el aeropuerto. Ellos son la familia que me hospeda de mi iglesia aquí, y me han abierto sus vidas y su hogar con tremenda amabilidad. Estoy agradecida por su disposición a invertir en mi vida y a enseñarme pacientemente. Anhelo tener una amistad creciente con esta preciosa familia de creyentes y siempre estoy agradecida de que ¡nuestra unión en Cristo tiene el poder de superar la cultura y el idioma!