Los discípulos
Marzo 1
Cuando estaba creciendo algunos de mis amigos soñaban con estar algún día en la NBA, emulando las habilidades de Michael Jordan. Otros planeaban jugar béisbol profesional junto a jugadores de la talla de Orel Hershiser. Y aunque tenía mi cuota de fantasías ganando como anotador de cestas en el final de los periodos y antes del sonido de la chicharra, la mayoría de mis sueños de “cuando sea grande” era acerca de ser un héroe misionero de la talla de David Livingstone y Hudson Taylor. Me imaginaba columpiándome en bejucos a través de las selvas y salvando miles de almas cuando llegara.
La realidad es que ninguno de mis amigos es atleta profesional y yo no soy ese misionero súper héroe que una vez soñé. La verdad es que la vida misionera en las selvas ha sido difícil, el trabajo es duro, y los resultados no son los que había esperado. El trabajo ha demandado sangre, sudor y lágrimas y las masas aún parecen desinteresadas en el mejor de los casos, si no es que se oponen.
No me malinterpreten, ha habido un montón de cosas buenas y me encanta escribir y compartir sobre las cosas más destacadas cuando ocurren. Hemos sido bendecidos al poder ver algún fruto de nuestro ministerio, por lo cual estamos agradecidos, pero el camino no ha estado exento de altibajos; ha sido como dar dos pasos adelante y uno atrás; ha estado colmado de angustia y decepción.
A menudo me preguntó cómo se sentía Jesús cuando los líderes religiosos despreciaban Su mensaje y no lo veían a Él como era realmente. Me pregunto si se decepcionó cuando los 70 lo abandonaron porque consideraban que Su enseñanza era dura. Y a pesar de que Jesús lo sabía desde el principio, me pregunto si fue difícil para Él ver a uno de los doce traicionándolo y entregándolo al enemigo. Sin embargo, Jesús siguió adelante para hacer la voluntad del Padre, aun hasta el punto de la muerte. Aunque las masas lo rechazaron, aún así vino como misionero enviado por Dios para salvar a un mundo moribundo mediante Su propia muerte en la cruz.
Y aunque el mundo lo rechazó, cuando el Hijo de Dios regresó a Su trono había cumplido la voluntad de Su Padre, y había dejado el mensaje de vida a un pequeño grupo de discípulos para que lo llevaran a las naciones y lo enseñarán a otros. Y del mismo modo hoy, ese mensaje del don gratuito de la salvación de Dios por medio de la muerte de Cristo por nuestros pecados ha sido pasado a nosotros. Por eso sigo trabajando con gozo y esforzándome por pasar este mensaje a un grupo de discípulos patpatares que luego puedan pasarlo a otros.