La semana pasada Brian fue atacado por un enjambre de abejas. Él estaba llevando suministros a una aldea remota que queda a 1½ horas de vuelo. Ya había aterrizado y estaba con los misioneros y un pequeño grupo de indígenas en el helipuerto. Acababan de bajar la carga del helicóptero y estaban re-abasteciendo la aeronave con combustible de recipientes de 5 galones cuando él se dio cuenta que la gente tribal estaba asustada por algo.
Entonces los misioneros le dijeron que se agachara y se quedara quieto. Como Brian no podía entender la lengua de la gente tribal, no tenía idea de lo que estaba pasando, hasta que el enjambre ya estaba alrededor de ellos. En un instante las abejas estaban encima y picándole más rápido de lo que él podía aplastarlas.
Salieron corriendo hacia las casas de los misioneros, las cuales estaban abajo, sobre una orilla del río muy empinada, aproximadamente a 400 m de distancia. Las abejas los persiguieron hasta el final, picándolos mientras corrían, y hasta el momento en que entraron, Brian había recibido alrededor de 20-30 picaduras.
Fue algo tan loco que después les parecía un poco gracioso, pero todos estábamos felices de que nadie hubiera tenido una reacción adversa a las picaduras. Le hace pensar a uno en lo mala que podría ser la situación si el único piloto que pudiera hacer una evacuación médica resultara herido en un lugar remoto y no pudiera volar para ir en busca de ayuda. También estábamos agradecidos de que no hubiera abejas escondidas dentro del helicóptero para el vuelo de 1½ horas a casa.