Entonces, ¿qué consigues cuando pones agua y ropa en un hombre viejo?¡Ropa limpia! Al menos esa fue la respuesta cuando Tim estaba revisando mi progreso en el estudio del idioma y me pidió que les explicara a mis amigos cómo lavo la ropa yo. En lugar de decir “recipiente” (para describir la másquina lavadora de dos tinas), yo dije: “hombre viejo” —y mis amigos pensaron que la historia de cómo lavo mi ropa era divertida.