Pete y Liesl Hypki recuerdan bien el día cuando empezaron su viaje hacia los corazones y vidas de la gente nahuatl y hacia la remota aldea que ahora consideran su hogar en el silencio de las montañas.
Ellos recuerdan cómo se alejaban del cruce de la frontera y la vista del desierto que se extendía ante ellos. Solamente una carretera y algunos cardos corredores interrumpían la extensión interminable de arena.
“Era como una escena de una película del Oeste”, comenta Pete. “Era diferente. Era nuevo. Era desconocido”.
Los meses y años que siguieron han traído cambios y más cambios. Geografía, vivienda, cultura, idioma, clima —los ajustes han parecido interminables.
Debido a que la constante gracia de Dios los ha sostenido firmemente, “hemos aceptado los cambios, emocionados por lo que Dios tenía por delante”, explica Pete.
Y ahora, cuatro años después de ese cruce de frontera, ellos desean más aventura. “Nos vemos mirando adelante de nuevo”, comenta Pete. “Después de tomar las evaluaciones finales del estudio del idioma nahuatl, estamos pasando a la etapa más emocionante e intimidante de este gran plan —¡la plantación de iglesias!”.
Mientras sus compañeros de ministerio trabajan en alfabetización y traducción de la Biblia, la parte de los Hypki es comenzar a trabajar en un plan de estudios de lecciones bíblicas que compartirán con la gente nahuatl el gran alcance del plan de Dios de la redención, comenzando con la Creación.
Es un nivel nuevo de desafío, dice Pete.
Es acerca de comunicar el amor de Dios –un amor tan grande que Él sacrificó a Su propio Hijo para el perdón de ellos– a gente que está enclaustrada en una vista de Su implacable venganza e ira. Es acerca de presentar al Creador que controla el universo e hizo al hombre a Su imagen, a personas que han creído por generaciones que los antepasados y los espíritus patronos manipulan el clima y las estaciones y que las mujeres descienden del perro.
Finalmente, es acerca de presentar el ofrecimiento de paz y esperanza de Dios, debido a Su gran amor.
Pero Pete se pregunta: “¿Cómo compartir el amor de Dios con una gente que no tiene una palabra para ‘amor’? ¿Quién no puede describir los sentimientos que un padre tiene por un hijo?”.
Estos asuntos desconocidos de la siguiente etapa de su aventura son más grandes de lo que ellos pueden imaginar ahora mismo, y Pete y Liesl lo saben bien.
“Francamentge, nosotros sabemos que es una tarea mucho más grande que nosotros o nuestro equipo”, reconoce Pete.
Pero los Hypki están confiados en la continua fidelidad del Dios que los ha guiado fielmente hasta aquí, y Pete comparte un versículo que recuerda frecuentemente. “Al que no conoció pecado (Cristo), por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Cor. 5:21).
“Si Él se hizo pecado por nosotros”, expresa Pete, “lo menos que nosotros podemos hacer es hallar una palabra nahuatl para ‘amor’”.