El misionero Pete Hypki está muy impresionado con la verdad de que la luz de esperanza hace toda la diferencia en los viajes más duros y oscuros de la vida.
El viaje que Pete estaba considerando desciende por el camino que lleva al cementerio que está ubicado cerca de la aldea donde él y su esposa, Liesl, viven y ministran a la gente nahuatl. Los eventos recientes de la aldea han sido un vívido recordatorio de por qué Dios los ha llamado a servirle allí, aprendiendo la cultura y el idioma con la esperanza de compartir el Evangelio con la gente a la que Pete y Liesl han llegado a amar mucho.
Los misioneros oyeron la noticia un sábado. Un chico había sido aplastado en una aldea cercana cuando un gato cedió bajo un camión. En instantes el chico dejó de existir.
Magia negra, decían repetidamente los aldeanos. Ellos no tenían ninguna duda —tenía que haber sido magia negra.
Dos días después, una procesión descendió por el camino de la montaña hasta la aldea, con el ataúd del chico siendo cargado en el camión que lo había aplastado. Se reunió un gentío y se formó una fila a medida que las personas depositaban flores de sus jardines sobre el féretro.
Algunos hombres envolvieron el ataúd con sogas fuertes y lo bajaron hasta la fosa.
Cuando ellos hicieron eso, el padre, con sus ojos inflamados por el llanto, la cerveza y el desvelo, le dio la espalda a la tumba. Luego su familia y toda la gente hicieron lo mismo.
Pete sabía que este ritual iba a suceder. Tradicionalmente la gente nuhuatl cree que uno debe dar la espalda a la tumba para que la persona muerta no tome el alma de uno.
“Para mí, es la parte más triste”, comenta él; “la escena es cruel”.
Pero al mismo tiempo, eso le recuerda vívidamente a Pete por qué ellos están allí. Se trata de compartir la historia de esperanza en Cristo con la gente nahuatl.
Pete recuerda que otro Padre le dio la espalda a Su Hijo. Y que Cristo conquistó la muerte, adquirió la vida y trajo esperanza y redención a Sus hijos. Esperanza, la cual ha sido un concepto extraño en el cementerio de la pequeña aldea nahuatl.
Una esperanza que Pete y Liesl desean compartir urgentemente con la gente nahuatl.
Visitando más tarde al padre del chico y ayudándolo a reunir lo que necesitaba para el certificado de defunción de su hijo, Pete le expresó su profunda simpatía por su pérdida.
El padre encogió sus hombros y replicó: “Es el camino que todos debemos seguir”.
Y observando abajo el camino del cementerio de la aldea, Pete pensó en silencio: “Sí, eso es cierto. Pero para aquellos que conocemos a Cristo, es un camino que transitamos con esperanza”.
Y esa esperanza, la cual está anclada en Cristo, comenta Pete, hace toda la diferencia.
Por favor, ora por Pete y Liesl y sus coobreras, Katie Moore y Rachel Chapman, mientras se preparan para compartir pronto el Evangelio en forma clara con la gente nahuatl. Ora para que el Espíritu de Dios prepare el corazón de la gente de la aldea para que reciba las buenas nuevas de la obra redentora de Cristo a favor de ellos. Ora para que Dios atraiga sus corazones a Su verdad, a fin de que muy pronto la gente nahuatl pueda andar el duro y oscuro camino al cementerio con nueva esperanza, paz y gozo en Cristo.