El misionero David Searcy y sus coobreros viajaron recientemente 720 kilómetros en motocicleta para visitar varias aldeas de la etnia kantuk. Ellos estaban realizando una Evaluación de Grupos Étnicos (PGA por sus siglas en inglés) para reunir más información sobre la gente kantuk, a fin de ayudar a establecer el estatus actual de su idioma y si hay necesidad de traducir la Palabra de Dios a esta lengua.
En el proceso, entrevistaron y visitaron a muchos kantuks y se enteraron que son un grupo étnico enorme.
Ellos descubrieron un grupo grande de la tribu que fue evangelizado antes de la Segunda guerra mundial. Este grupo se emocionó al tener David y a sus amigos realizando un servicio en la pequeña edificación de la iglesia. Tristemente, los creyentes de allí nunca han tenido una traducción de la Palabra de Dios en su propio idioma, y al preguntarles si les gustaría, respondieron conmovidos que les encantaría tener la Biblia en idioma kantuk.
“Aún hay muchas aldeas kantuks no evangelizadas”, informa David. “Si los creyentes de allí tuvieran las Escrituras y fueran capacitados para enseñar la Palabra de Dios en forma cronológica en su propia lengua, podrían compartir con su propia gente y, con toda seguridad, verían más personas alcanzadas para Cristo”.
El sincretismo es el sistema de creencias más grande en esa área de la región del Pacífico Asiático. Sincretismo, explica David, es la mezcla de animismo con todos sus tabús, apaciguamiento de espíritus y sacrificios de sangre inducidos con algún tipo —o tipos— de enseñanza religiosa organizada. Esto da como resultado manipulación, temor y desesperanza en la vida diaria.
“Tenemos aquí una vasta oportunidad para alcanzar grupos étnicos no alcanzados”, continúa David. “Las barreras más difíciles que debemos superar no son montañas y ríos. …más bien son de tipo cultural y lingüístico. …El diablo quiere mantenerlos a todos ellos en tinieblas, aunque sea en las tinieblas de la religión. Debemos enseñar en la lengua del corazón, la nativa. Y eso no es fácil ni se hace rápidamente; puede durar una vida”.
David y su esposa, Teresa, han invertido 40 años amando a la gente, estudiando idiomas y compartiendo el Evangelio de Cristo con personas que nunca lo habían oído.
Muchos más grupos étnicos, como la tribu kantuk, necesitan oír urgentemente acerca de la redención y la esperanza que Jesús les ofrece. Multitudes de personas, creyentes e incrédulas por igual, están rogando que se les lleve la Palabra de Dios en su propia lengua.
“Por tanto, id”, dijo Jesús, “y haced discípulos de todas las naciones…” Mateo 28:19.