Dennis y Valerie Easton están haciendo lo mejor que pueden para continuar con su ministerio desde una ciudad pequeña que queda cerca de la gente a la que ellos sirven.
A ocho kilómetros de camino fuera de la aldea, se encuentra un pequeño cobertizo en el borde de un cultivo de maíz. Es una clara marca de que allí principia el sendero que lleva donde la gente ga’dang.
Este cobertizo de espera ha sido un lugar de descanso y un refugio para muchos, incluyendo al equipo misionero. Dennis y Valerie Easton están esperanzados que con la llegada de un nuevo bebé dentro de pocos meses, podrán usar el helicóptero para entrar y salir de la tribu.
Normalmente, para llegar al “cobertizo de descanso” ellos demoran unas horas, por lo tanto, la idea de un viaje más corto y más fácil con el helicóptero era algo que estaban anhelando para cuando regresaran de su tiempo de asignación al hogar.
Fue difícil enterarse que el helicóptero ha estado en reparaciones y tendrá que pasar por un largo proceso antes de volver a estar en servicio.
Tres hermanos del servicio de aviación están trabajando duro para terminar de reparar el helicóptero. Uno de ellos vino de Estados Unidos para ayudar en este tiempo de necesidad. Ellos no sólo tendrán que hacer las reparaciones extensas y de precisión, sino también los vuelos de prueba necesarios para comprobar que todo está bien; esto puede tardar un tiempo.
Por ahora los Easton están esperando en una pequeña ciudad desde la cual usualmente les envían a la tribu los suministros en avión. Dennis y su coobrero Chuck Talbot han usado varias veces el cobertizo de espera ahora que están llevando a pie los suministros para hacer las reparaciones necesarias de sus casas.
Así que, aunque no es lo que Dennis y Valerie esperaban hallar a su regreso, han decidido usar este tiempo de espera para prepararse para su vida en la aldea y también para preparar lecciones pedagógicas del idioma para el próximo año.
Ellos están confiados de que esto es lo que el Señor tiene para ellos, pero están ansiosos por instalarse entre la gente a la que Dios los ha llamado a ministrar.
Ora por éstos y otros misioneros que dependen del avión para acelerar la llegada del Evangelio donde aquellos que necesitan oírlo.