Fue una semana muy agitada para la comunidad mwinika donde Francois y Nadia Hattingh sirven como misioneros. El clima cambiante hacía sentir una especie de calma lúgubre, luego todo era agitación a su alrededor.
En un minuto el viento azotaba y en el siguiente reinaba la calma; las nubes iban y venían en la misma manera impredecible.
Salim, un querido amigo y coobrero en el Evangelio, tenía una hija de cinco años llamada Nelda. Salim y su esposa son creyentes fieles que han estado ayudando en la enseñanza de la Palabra de Dios.
Nelda había estado enferma; algunos pensaban que era polio, lo cual afectaría pronto sus músculos para respirar. Otros pensaban que era un ataque demoniaco debido a que su padre era muy abierto para confesar su fe en Cristo.
El hecho de que su hija estuviera sufriendo tanto hizo que Francois y Nadia oraran, pidiéndole a Dios que ayudara a Salim a permanecer firme y a no regresar a la manera tradicional de tratar las enfermedades.
En el pasado, la hechicería es a lo que la mayoría ha recurrido. En su cultura el tío tiene la autoridad espiritual y legal para decidir cómo manejar la enfermedad.
El tío decidió que Nelda no sería llevada al hospital. Los padres tomaban turnos cargándola, pues estaba agotada por la falta de sueño. La pequeña Nelda no había comido y se sacudía incontrolablemente.
En exánime desesperación se buscó un chamán. Para apaciguar a los espíritus se empieza por hacer que un adivino diga cuál espíritu necesita ser apaciguado o quién lanzó la maldición.
Después de pagar grandes sumas de dinero, se dio inicio a la ceremonia, en un esfuerzo por anular la maldición. Pero la niña murió.
“En las mentes de la gente mwinika esta es la única alternativa. Ellos no han visto el poder de Dios, no han experimentado Su amor y protección… no conocen la Verdad. El pequeño grupo de mwinikas que la conoce, todavía no tiene traducida toda la Biblia y además son pocos; su fe ha sido probada. Salim y su esposa han confesado su creencia en Cristo; Salim predica esto todos los domingos. Él esta enseñando la Palabra juntamente con Francois y otros cuatro hombres en la aldea donde nosotros vivimos al principio”, informa Nadia.
La partida de la niña fue desgarradora; parece que esto se hubiera podido evitar si el tío hubiera decidido que estaba bien llevarla al hospital. Para cuando se hizo evidente que era malaria, era demasiado tarde.