¿Qué puede tener que ver la necesidad de reparar helicópteros con la plantación de iglesias tribales? ¿Qué tal tener un helipuerto en el sitio perfecto y un piloto aprobado para volar con seguridad en la zona?
En las vidas de Chuck y Shannon Talbot es un asunto de rapidez y también de ahorro de tiempo y energía. Ellos necesitan que les lleven suministros a la aldea donde viven con la gente ga’dang. Su familia y otras personas necesitan tener la posibilidad de entrar o salir en busca de atención médica, ayuda en el ministerio o simplemente para tomar un descanso necesario.
Averías en los equipos y falta de personal pueden dificultar bastante el progreso en su trabajo.
Esto hace que ellos estén muy agradecidos por las estupendas relaciones que tienen con personas que son de gran ayuda y bendición. Uno de tales amigos tiene una línea de comunicación muy confiable y una red de ayuda disponible. Luego los misioneros encargados de comprar víveres y otros voluntarios compran y llevan los suministros, al menos hasta el camino que lleva a la aldea, a veces.
Frecuentemente esto se hace con una camioneta o con búfalos de agua con trineos, haciendo que la diferencia de tiempo para llevar a cabo esto sea enorme.
Recientemente, con las carreteras secas, ellos cargaron una camioneta con colchones, madera contrachapada, víveres y personas que esperaban llegar a su aldea antes que lloviera. Ellos necesitaban hacer cierto mantenimiento a las casas antes que todos se pudieran instalar de nuevo.
Con cada frenado, los pasajeros de la aldea se apiñaban o se desperdigaban mientras ascendían y descendían valles y montañas. Era evidente que las lluvias recientes habían hecho profundas grietas en la carretera. Ellos tuvieron que hacer unos giros muy cerrados intentando evitar las peores partes.
Mientras esperaban llegar a la aldea a través de algunos sitios todavía polvorientos del trayecto, el cielo se ponía más y más oscuro. En la última cima, la temperatura descendió y el viento aumentó mientras ellos brincaban y se empujaban unos a otros en el viaje.
Cuando la lluvia finalmente cayó, el limpiaparabrisas no daba abasto, los vidrios de las ventanas no subían y Chuck fue incapaz de mantenerse seco mientras iba sentado afuera, encima de la carga. Viendo que hacia donde iban lentamente se estaba volviendo imposible.
Este viaje terminó con una caminata aproximada de un kilómetro y medio hasta la aldea. Fue difícil caminar a través del “fango pegajoso” que se adhería a sus pies con cada paso. Los aldeanos no podían ocultar sus risitas pero les dieron la bienvenida.
No fue hasta el día siguiente que la camioneta logró llegar a la aldea.
De una manera u otra, Dios siempre provee para sus necesidades de llevar personas y suministros a y desde la aldea, aunque sea con colchones mojados. Él usa el Cuerpo de Cristo trabajando unido allí mismo, a nivel local, para permitir que Chuck y Shannon continúen viviendo y trabajando con la gente ga’dang.
Así que, aunque se hace evidente por qué necesitan y les encantaría tener ese helicóptero, ellos continúan informando que: “Su Cuerpo está funcionando aquí también, y hay miembros locales de ese Cuerpo listos y dispuestos a trabajar con nosotros para llevar el mensaje del Evangelio a aquellos que no lo han oído aún. ¡A Él sea toda la gloria!”.