Julie Martin se autodenomina como “realista”. Ella admite que le es fácil enfocarse en lo negativo en lugar de celebrar lo positivo. A veces, cuando observa la iglesia akolet, tiende a fijar más su atención en los desafíos considerables y en el crecimiento que aún falta.
“Pero cuando miro realmente”, comenta Julie, “¿qué veo? ¡Veo muchas cosas buenas y siento la necesidad de compartirlas con ustedes!”.
“Veo a Dina danzando”, informa Julie. Después de la lección de la semana pasada sobre Efesios 1, esta preciosa anciana se levantó y bailó de gozo, “una especie de danza que se hace arrastrando los pies lentamente”.
No había música y nadie más estaba danzando. Los creyentes a su alrededor se reían.
Pero Dina respondió: “¡Mis entrañas están felices! ¡Muy felices! Estoy pensando en la lección… acerca del día en que Cristo reinará, y nosotros reinaremos con Él… y todo será maravilloso; así que tenía que danzar”.
Luego está Skola, quien se había acercado sombríamente a Julie unas semanas atrás con un “problema”. La mente de Julie trató de adivinar las posibilidades —¿le pediría dinero o medicamentos o comida?
Pero el problema de Skola tenía que ver con su suegro, quien podría morir pronto. A pesar de compartir el Evangelio con él, su corazón seguía endurecido y a Skola le preocupaba mucho esto. Y además de su preocupación por el alma de Watingo, como ella lo había cuidado durante años, la familia quería compensarla financieramente. Skola estaba haciendo un gran esfuerzo para convencer a la familia de que ella sólo quería ayudar y no quería ningún dinero.
Skola se había acercado a Julie para compartir su necesidad de oración y de consejo piadoso.
Además de un crecimiento maravilloso en gozo y compasión, Julie ve otro progreso en la iglesia akolet.
Ellos se están acercando a otros en un ministerio de compasión. Los esposos creyentes están ignorando las costumbres tribales y están humillándose para ayudar y servir a sus esposas. Los creyentes están venciendo el temor del qué dirán; están creciendo en un estilo de vida de discípulos activos.
Así que esto es lo que Julie ve cuando mira atentamente la iglesia akolet. Ella ve a Dios transformando vidas y una cultura, llevando esperanza, gozo y amor a donde una vez hubo solamente temor y desesperanza.
“Yo podría seguir sin parar”, añade Julie, “pero ustedes ya captaron la idea. Servimos a un Dios muy poderoso, y Él está obrando en los corazones y vidas de los creyentes akolets”.