Después de dieciséis días de estar buscando agua, la perforación se ha detenido en tierra de los nahuatles. Peter Hypki informa que el tubo de metal que está unido a la broca del taladro se partió en la mitad y ahora 20 m de tubo metálico y la broca del taladro permanecen atascados en el hoyo y no hay ningún equipo para retirarlos.
El equipo de Agua Viva que planeó e hizo los preparativos, y que llegó a trabajar duro durante semanas con un solo día de descanso, ha dejado de trabajar. El hoyo ha sito tapado y el equipo misionero está agotado.
Los perforadores se han marchado a la ciudad para hacer mantenimiento y discutir los siguientes pasos; ¿continuarán haciendo el pozo; comenzarán uno nuevo, o qué?
Una pregunta más importante para el equipo es: ¿Cómo, con su agotamiento emocional, seguirán expresando la inmutable esperanza y la confianza que tienen en Aquel que suple todas sus necesidades?
Ellos rehusaron claudicar ante aquellos que los han animado a simplemente ofrecer un poco de dinero o algún sacrificio sobre el altar del espíritu del pueblo. Los integrantes del equipo han dicho claramente que están comprometidos a persistir sin vergüenza como el amigo de Lucas 11:5-9. Una de ellos, Katie Moore, dice que se siente como ese amigo, golpeando hasta que la puerta finalmente se abre.
Ellos han estado esperando agua por casi tres años. Durante semanas, escucharon los rugidos del motor diesel, el rechinar del metal sobre la roca, taparon con cinta adhesiva hoyos en las mangueras del agua, y aun no hay agua.
Katie dice que su fe frecuentemente es débil. Ella se pregunta si es su responsabilidad defender la reputación de Dios ante aquellos que han predicho un fracaso si el equipo misionero no apacigua primero al espíritu del pueblo. Katie se pone con los nervios de punta cuando la gente continúa haciendo preguntas acerca de la perforación y si realmente hay agua bajo el suelo.
El equipo quiere que Dios sea glorificado en esta situación, y a pesar de que no se les ha prometido agua de este hoyo, siguen adelante, con la seguridad de que conocen y sirven al mismo Dios que hizo llover en la historia de Elías.
Katie dice que ellos saben que la batalla no es entre la roca aparentemente impenetrable y la broca del taladro, sino entre el único y verdadero Dios y aquellos espíritus y santos que adoran los nahuatles. El equipo descansa en que Dios defenderá Su propia reputación y honra porque ellos están convencidos que a Él le importa Su buen nombre.
El equipo misionero a los nahuatles quiere agradecerte por unirte a ellos en oración en cuanto al resultado del proyecto de este pozo de agua, y pide que continúes orando con ellos con la esperanza y la expectativa de que aquellos que harán los hoyos regresarán en el tiempo perfecto de Dios.