Eran las 4 de la tarde y el esposo de Natasha Flaugher, Scott, estaba sentado en el patio escuchando grabaciones del idioma.
Repentinamente, alguien llegó a la puerta. Natasha abrió y vio a una vecina elseng allí, la cual le pidió una taza de leche para una amiga enferma, Nona. Natasha le dio la leche y le recordó que podía regresar a buscar ayuda médica si era necesaria.
Unos minutos después, la vecina regresó, esta vez llamando mientras se acercaba. “Nona está muy enferma”, le dijo a Natasha, “está inconsciente y no responde”. Con esa descripción, Natasha sospechó que debía ser un caso grave de malaria.
“Esto ameritaba un plan de acción”, informa Natasha. Scott y Natasha y sus hijos hicieron un alto en sus actividades para pedirle a Dios que guardara la vida de Nona y les diera sabiduría para cuidarla en maneras que mostraran la compasión y el amor de Dios por esta joven mujer.
Natasha llamó a su coobrera Carolyn Rowan para que fuera con ella, llevando medicamentos y un libro de medicina. Se pusieron sus botas, tomaron una linterna y descendieron por el camino a las 5:15.
Cuando salía, Natasha pudo oír a Scott tranquilizando a sus cuatro hijos.
Cuando Natasha y Carolyn llegaron, hallaron que la enferma grave estaba siendo cargada en dirección a ellas. Finalmente fue en este punto que les dijeron a ellas que después de una terrible golpiza de su esposo, Nona había tomado veneno para acabar con su vida.
Esta nueva información cambió todas las cosas. Natasha se dio cuenta que los medicamentos que habían llevado no servían. Carolyn se devolvió inmediatamente a toda prisa por el camino para traer carbón y leche mientras Natasha sostenía en sus brazos la cabeza de Nona y le hacía masajes en sus mandíbulas trabadas.
Natasha levantó sus ojos y vio el porche rodeado de personas de la etnia elseng, principalmente mujeres y niños. La mayoría de los hombres y los chicos habían corrido a la selva, asustados y temblando. El resto de espectadores se burlaba de todos los intentos que se hacían por ayudar a la joven Nona.
“Con esto, ellos nos daban a entender, en su tendencia fatalista, que nosotros éramos tontos al tratar de ayudarla; que era inútil”, explica Natasha.
Natasha y Carolyn trabajaron silenciosamente con Nona y le suplicaron a Dios que hiciera un milagro.
Asombrosamente, Nona empezó a responder. Al principio comenzó a temblar incontrolablemente, provocando risas entre los apáticos espectadores. Luego, con ánimo, empezó a tomar los medicamentos. Natasha y Carolyn sabían que Dios estaba obrando.
Ahora el grupo de curiosos guardaba silencio y algunos incluso ofrecían ayuda. Y abruptamente, el veneno fue expulsado del cuerpo de Nona.
Eran las 10 p.m. Los ojos de todas las mujeres y los niños estaban fijos en Natasha y Carolyn; ninguno reía ahora. La atención de todo el gentío alrededor de ellas estaba concentrada en el drama que había ocurrido.
“Esto nos dio la oportunidad de volver a recordarles por qué nuestro equipo está viviendo con ellos en su aldea. Volvimos a decirles por qué estamos tomando el tiempo para aprender su idioma y su cultura. Les recordamos que es porque tenemos las buenas nuevas de Dios el Creador y de Su Palabra, la Biblia, para compartirlas con ellos”, informa Natasha.
Amorosamente Dios ha provisto un camino para que los hombres, las mujeres y los niños de la tribu elseng sean salvos de la desesperanza de su pecado por confiar en Jesús. Ora para que Él continúe abriendo los corazones de la gente elseng para que escuchen Su mensaje en el idioma de ellos y sean atraídos a la esperanza y la redención que se ofrecen en el Evangelio.
Hay más tribus que necesitan oír el Evangelio y ser rescatadas de una profunda desesperanza y desesperación. Sus vidas y sus aldeas necesitan ser transformadas por la gracia de Dios.