“Estamos hospedados en la cumbre de una montaña rodeada por otras cumbres montañosas”, informa el misionero Bryan Moritz desde una aldea de Papúa Nueva Guinea, donde él y su esposa, Shara, y su familia estarán ubicados durante las próximas cinco semanas. Ellos se están instalando para aprender cultura e idioma a través del fomento de amistades con los indígenas de allí.
El ministerio normal de Bryan y Shara es apoyar a los misioneros que trabajan en las tribus. Pero ellos querían experimentar lo que estos misioneros realmente tienen que soportar, así podrán entender mejor cómo pueden ayudarlos y animarlos y, informa Shara, “también para recordar por qué estamos aquí”.
Por lo tanto, la familia Moritz está experimentando los retos y las alegrías de vivir como misioneros selváticos.
Por un tiempo las cosas no salieron como estaban planeadas. Ellos reconocieron las demoras y obstáculos como parte de la preparación especial de Dios, informa Shara.
“Nosotros teníamos todas nuestras pertenencias y la comida empacadas y listas para salir. Luego recibimos una llamada en la cual nos dijeron que allí había asuntos que hacían prudente no viajar”, comparte ella.
Más tarde llovió. Las carreteras estaban saturadas, comenta Shara.
Pero finalmente llegó el tiempo de salir. Les tomó cuatro horas a través de carreteras llenas de baches para llegar a su distante y hermoso sitio indígena en las montañas.
Shara dedica las mañanas con sus hijos a los estudios por correspondencia de éstos, y pasan las tardes con la gente.
A Bryan le gusta buscar indígenas que les guste caminar en la región con él, como el maestro bíblico y el ayudante de traducción que recientemente le mostraron los sitios.
Y a veces, dice Bryan, toda la familia se une a él en estas caminatas. “¡Nosotros atraemos una muchedumbre a dondequiera que vamos!”, comenta él.
El sitio remoto tiene sus propias lecciones que uno debe aprender. Revisar cuidadosamente las baterías que operan con energía solar para que no se descarguen es parte de la nueva vida. “Hay un sistema asombroso aquí… tenemos paneles solares y agua caliente también. En caso de no tener luz solar constante y suficiente, hay un generador para cargar las baterías. Toda el agua de la casa donde estamos viviendo proviene de las aguas lluvias que se recogen en un tanque grande”, añade Bryan.
La familia Moritz apreciaría tus oraciones por ellos durante las semanas que vienen. Pide a Dios que bendiga su tiempo en la aldea de las montañas, aprendiendo y creciendo en su entendimiento de los misioneros tribales y los indígenas. Pide a Dios que proteja y anime esta familia durante esta importante etapa de crecimiento en su ministerio.
“Nos gustaría ser un motivo de ánimo”, comenta Shara. “Nos gustaría ser como Jesús para la gente”.