Unos misioneros se ven envueltos en una aventura inesperada.
Los misioneros Tim y Rebecca Ingles iniciaron una verdadera aventura en la tarde del domingo pasado cuando salieron hacia una ciudad donde los misioneros habían acordado reunirse para tener comunión.
Aproximadamente a las 2:30 de esa tarde, empezaron a caminar hacia la pista aérea más cercana. Ellos habían planeado pasar la noche allí a fin de estar a tiempo para su vuelo del principio de la mañana.
Esta caminata usualmente les toma menos de dos horas, pero ellos sabían que el puente para cruzar el río grande se había podrido y caído varios días antes, entonces calcularon un poco más de tiempo.
Tim y Rebecca esperaban cruzar el río sobre unos troncos atados con bejucos que servían como puente de emergencia.
Pero cuando llegaron allí, después de caminar durante una hora, hallaron que el puente de madera había sido arrastrado por las aguas.
Entonces se dirigieron a la selva y caminaron río abajo con algunos de sus amigos wanos. El viaje a través de la selva tuvo algunas cosas inesperadas como ortigas urticantes y hormigas enormes.
Finalmente lograron llegar a otro cruce de troncos, pero el agua estaba tan alta en ese punto que difícilmente podía verse el puente de madera bajo las impetuosas aguas del río crecido.
Definitivamente no había manera de cruzar el río, informa Rebecca.
Y además de todo eso, antes de llegar al segundo puente, comenzó a llover.
No queriendo regresar por donde habían llegado, treparon a gatas por un despeñadero estrecho, el cual tenía un pequeño arroyo, hasta que llegaron de nuevo el sendero y pudieron caminar de vuelta a casa.
“Esa aventura nos tomó unas tres horas, y todo lo que teníamos en las mochilas se mojó. Afortunadamente, Tim había empacado nuestras computadoras y nuestros aparatos eléctricos en bolsas plásticas”, comenta Rebecca.
Sin dejarse desanimar, a la mañana siguiente, Tim y Rebecca volvieron a empacar sus pertenencias mojadas y volvieron a salir.
La lluvia había cesado temprano en la noche. Ellos tenían la esperanza de que el río estuviera suficientemente bajo para poder cruzarlo esta vez.
En lugar de seguir el camino normal, optaron por tomar la ruta del despeñadero fangoso que habían descubierto la noche anterior.
En esta ocasión, el río estaba más bajo y pudieron cruzar el puente de madera sin dificultad. Esto les permitió caminar a través de la maleza hasta que llegaron al camino principal.
A medida que caminaban, podían oír el avión dando vueltas; pero no podían ignorar que aún había muchas nubes.
Quedaron desilusionados cuando un amigo wano les dio el mensaje de que el piloto había anunciado por la radio que iba a regresar a casa y los recogería al día siguiente.
Tim y Rebecca hicieron planes para pasar la noche en una choza indígena.
Luego llegó la noticia de que el plan había cambiado: el piloto iba a regresar a recogerlos.
“Nosotros estábamos emocionados, por decir lo menos”, informa Rebecca. “Lavamos nuestras piernas en un pequeño arroyo y tomamos el avión hasta un pequeño pueblo donde esperamos por dos horas y luego nos subimos en otro avión para llegar a nuestro destino final. Llegamos… agotados por el viaje, pero agradecidos con Dios por Su bondad y por enseñarnos nuevamente a confiar en Él en todas las cosas”.
La caminata llena de aventuras valió la pena, informó Rebecca después de llegar a la ciudad. “Tenemos la ilusión de pasar un tiempo de refrigerio en nuestra Confraternidad Regional, la cual empieza mañana“.