Jen Morlang se dirigía a la oficina de la misión cuando escuchó las noticias desgarradoras. Una pequeña de veinte meses de nacida había sido mordida por una víbora y necesitaba ayuda urgente.
El piloto estaba alistando el avión y varios hombres habían salido hacia una clínica del lugar para conseguir un médico y un antídoto.
El teléfono de la oficina de Jen sonó.
“¡Jen, tome la radio e informe a los misioneros que tenemos un médico y el antídoto y que el avión está listo para salir!”
Jen corrió a la radio y en repetidas ocasiones trató de contactar a los misioneros.
No hubo ninguna respuesta.
Finalmente, escuchó una voz temblorosa en la radio. “Ellos están golpeando el garamut (un tronco ahuecado)”, dijo el misionero con voz entrecortada. “Es una señal –la niña ha muerto”.
Jen quedó abatida.
“Hubo un silencio entre nosotros dos y ambos lloramos por las tristes noticias de esta pequeña”, informa Jen. “Sus padres son creyentes firmes y tienen cuatro hijos; la semana pasada, simplemente tomaron la decisión de ser enviados como misioneros a otra aldea del mismo grupo lingüístico, para enseñar las buenas nuevas de Jesucristo. En los últimos meses esta familia había estado orando muy seriamente en cuanto a esta decisión. Ellos tomaron la decisión la semana pasada”.
Jeniten y Antonia, los padres de la pequeña, están profundamente tristes por esta pérdida devastadora.
Pero Jeniten compartió por unos pocos minutos en el funeral de su pequeña hija y dio gracias a Dios por la oportunidad de haber tenido a esta pequeña niña en su familia por un corto rato. “Mi creencia y mi fe no están vacilando. Todo lo que hace Dios es bueno; Dios quiere usar esta muerte para acercarnos más a Él a cada uno de nosotros… para fortalecer nuestros matrimonios… para fortalecer nuestras familias… para fortalecer nuestra fe. Nosotros estamos bien porque sabemos que volveremos a estar juntos en el cielo”.
Dentro de tres meses, informa Jen, esta familia se mudará a la nueva aldea para comenzar su ministerio como misioneros con la gente de allí. Oren para que Dios los sostenga y los ayude a andar en fe y en dependencia de Él durante meses de transición y aflicción, y pidan que Él use esta dura pérdida terrenal para provecho y gloria eternos.