Creyentes de cuatro tribus se reunieron durante tres días para tener enseñanza y comunión.
Los creyentes de la etnia tigak acaban de regresar de su primera conferencia de creyentes, y la misionera Aimee Hedrick informa que “fue impresionante”.
Hubo cuatro tribus representadas en la conferencia.
Aimee y su grupo de tigaks navegaron durante 30 minutos desde su isla hasta la ciudad, y luego se apiñaron en un pequeño camión durante dos horas y media. Después de eso, pasaron a un camión grande y viajaron durante otras cuatro horas hasta una aldea de la tribu patpatar. Después de pasar la noche allí, navegaron al siguiente día durante otras tres horas hasta llegar a Siar. Los creyentes de otra tribu también asistieron.
Aunque las iglesias de estos cuatro grupos étnicos tienen diferentes niveles de madurez, y aunque unos grupos pequeños se habían reunido anteriormente con otros grupos pequeños, en esta conferencia era la primera vez en que todos estos creyentes se reunían para tener comunión y enseñanza de la Palabra de Dios.
La conferencia fue acogida por la iglesia siar y Aimee dice que ellos hicieron un trabajo fantástico.
Después de recorrer varias distancias durante uno o dos días, y a través de carreteras de tierra llenas de baches o en botes, los creyentes de estas cuatro tribus llegaron a Siar y fueron divididos en grupos para quedarse con diferentes creyentes de la iglesia siar.
Los creyentes siares se habían estado preparando durante semanas. Las casas fueron preparadas, se habían reunido las esteras para dormir y la comida, y todo estaba listo para albergar a sus hermanos en Cristo.
Durante las semanas previas a la conferencia, los creyentes habían estado ocupados con los preparativos y con la expectativa de la comunión que sabían que les aguardaba.
El jueves en la noche iniciaron con una comida de compañerismo. La enseñanza y casi toda la comunicación fueron hechas en pidgin, la lengua franca.
Tres misioneros y dos maestros siares compartieron la responsabilidad de la enseñanza; “ellos hicieron un gran trabajo”, comenta Aimee.
Cuando llegó la tarde del domingo, todos compartieron otra comida y se dio fin a la conferencia con otro tiempo de participación.
Escuchar los testimonios personales y las canciones en los cuatro idiomas representados fue estimulante y alentador para todos los creyentes reunidos.
“Obviamente todo fue obra del Señor y creo que Él fue glorificado por medio de esta conferencia”, añade Aimee. “En mi mente, y en los labios de muchas personas, durante todo el fin de semana se tuvo la noción de que este tipo de reunión habría sido imposible sin la ayuda de Dios. Él nos ha puesto a todos los creyentes en un cuerpo en Cristo —y por causa de esa unidad, todos podemos amarnos, servirnos y animarnos unos a otros”.