Tim y Andrea Ullum y su familia viven en una aldea próxima a dos ríos. Sus vidas están siendo invertidas en el ministerio con la gente kendawangán, quienes los han acogido calurosamente.
“Creemos que, de día en día, Dios nos está capacitando como Sus voceros entre la gente aquí”, comenta Tim. “En este año empezamos en serio a preparar lecciones y a traducir las Escrituras”.
Tim agrega que están pidiendo encarecidamente la sabiduría divina mientras oran y planean el inicio de la enseñanza bíblica cronológica en 2013.
Andrea nos da un vistazo de algunas diferencias de la vida familiar diaria allí:
Ella dice que es difícil creer que ya están en otoño, a pesar de que el calendario colgado en la pared así lo indica. El clima no ha cambiado y no hay hojas otoñales. Ella echa de menos las cuatro estaciones.
Andrea trata de enseñar a sus pequeñas hijas, de 4 y 6 años, acerca de las estaciones. Se requiere de un esfuerzo deliberado para sentir el cambio de las estaciones, comenta ella, ante la ausencia de un clima más fresco.
Ella y las niñas disfrutan haciendo proyectos artesanales propios de la estación y comen golosinas con “sabor a manzana o ahuyama”. A veces, comenta ella, miran películas “frías” como “Frosty el Hombre de nieve” mientras comen helado con un ventilador encendido.
Andrea dice que sus días son llenos. Todos los días ella bombea agua con una bomba de mano para que la familia beba, cocine y se bañe. La semana pasada, como es común, fue llamada para ayudar a atender emergencias. La semana incluyó un niño pequeño con una quemadura grave, un bebé con lombrices y una abuela que cayó sobre un pedazo de madera puntiagudo mientras alimentaba sus cerdos.
“Nuestra familia está aprendiendo a confiar en la provisión diaria del Padre de pan o arroz —o incluso de ayudantes de idioma o de traducción”, comparte Tim; “cualquiera que sea la necesidad del momento”.
Tim y Andrea ven señales alentadoras de que Dios está bendiciendo su ministerio con la gente kendawangán. “Hemos visto grandes adelantos en nuestra relación con los vecinos”, informa Tim. “También hemos visto a Dios capacitándonos, aun en nuestra debilidad”.
Cierto, añade él, han experimentado pruebas y bendiciones. “Nunca imaginamos que ofrecer nuestras vidas como un sacrificio vivo a nuestro Rey podía ser tan doloroso a veces, y al mismo tiempo tan esperanzador”, comparte Tim.
Tim y Andrea dicen que piensan en la futura cosecha eterna. Con frecuencia recuerdan el capítulo 12 del evangelio de Juan, donde Jesús enseñó: “…si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.
Tim comparte: “Estamos muy esperanzados en la cosecha. Oren con nosotros por una cosecha de creyentes kendawanganos, ¡para la gloria de nuestro Rey!”.