La aldea y la pista aérea quedaron bajo el agua durante un mes y medio, informó el misionero Brooks Buser. En efecto, el nivel de las aguas subió tres metros por encima de la orilla.
Suficiente para convertir a un misionero en un remero experto, comenta Brooks.
En resumen: “Remar se puso de moda”.
La inundación de la pista aérea impedía el aterrizaje de aviones, entonces los pilotos de NTM traían los suministros y los dejaban caer desde el aire. La vida diaria durante la inundación incluyó muchos fideos, cereales y —casi— la mordedura de una escolopendra.
Pero Dios se ocupa de que el ministerio se dé bajo todo tipo de circunstancias. Brooks enumera algunas de las cosas más destacadas, las cuales incluyeron que los creyentes yembiyembis corrigieran rumores falsos y perjudiciales acerca de él, 31 personas bautizadas, trabajo de traducción constante en 2 Corintios y en el evangelio de Mateo, y la selección de 14 hombres yembiyembis que son líderes de la iglesia para ocupar cargos formales de liderazgo, quienes serán confirmados más tarde como diáconos y ancianos de la iglesia yembiyembi.
“Como dije”, añade Brooks, “fue un mes bárbaro”. Brooks explica que esta época de ministerio ha sido gratificante a veces, y a veces aterradora —“pero nunca aburrida”.
Un hombre, Bill, quien “nunca había puesto un pie en la casa donde se imparte la enseñanza y quien se había opuesto abiertamente al Evangelio durante todos los años desde que éste fue presentado por primera vez”, vino por primera vez a la iglesia en este mes. Brooks dice que en los últimos diez minutos de la reunión, se apareció la esposa de Bill y lo escupió, avergonzándolo públicamente por asistir.
Cuando los creyentes se reunieron después para animar a Bill, él respondió: “Ella ha escogido su camino y yo el mío. No dejaré que nada me separe de esta enseñanza. Seguiré esta senda y veré a dónde me lleva”.
“Por favor, oren por Bill”, pide Brooks; “él está soportando mucha presión y va a sufrir mucho si sigue viniendo. Oren para que Dios continúe dándole el ánimo que va a necesitar”.
A Brooks le gustaría que muchos hermanos que apoyan fielmente la obra con sus oraciones y otros que cooperan con el equipo se pudieran sentar en una sesión de enseñanza para los yembiyembis y ver de primera mano cómo está impactando la Palabra de Dios las vidas aquí.
“Es increíble”, informa Brooks, “presenciar lo que Dios ha hecho”.