Kent y Jenny Schafer dicen que normalmente se despiertan y hacen un viaje a la letrina cerca de las 5 a.m. Esto les indica a sus anfitriones maíndos que ellos se han levantado y que es tiempo de empezar a calentar el agua para el baño.
Mientras esperan a que se caliente el agua, toman el desayuno y leen sus Biblias. Finalmente el agua queda lista aproximadamente a las 6:30 a.m.
Con frecuencia eso significa bañarse apresuradamente con un cazo, pues su sesión de idioma comienza a las 7 a.m.
Y si uno de los ayudantes de idioma se llega a aparecer 20-40 minutos antes, lo cual ocurre a menudo, a veces hay que suspender el baño del día, comenta Jenny.
En sus sesiones de idioma, actualmente están concentrados en aprender principalmente objetos y acciones. “Escuchamos mientras nuestro ayudante de idioma nos menciona los nombres de varios animales y objetos. Luego él nos hace ejercicios para ver si recordamos. …O a veces él nos dice qué estamos haciendo. Luego, después de oírlo describir nuestras acciones en maíndo por un rato, nos ordena hacer varias cosas. Es asombroso todo lo que hemos aprendido ya”, informa Jenny.
Ha habido una pequeña demora en concretar un acuerdo para que les permitan tener una casa propia. Los aldeanos maíndos aún están considerándolo. Felizmente, el problema consiste en que todos quisieran tener a Kent y Jenny como vecinos.
Al principio, esta demora para poder tener un lugar propio les parecía un revés. Pero Dios lo ha convertido en una gran bendición, explica Jenny, porque la pareja que los está hospedando les prepara la comida del mediodía, dándoles así más tiempo para dedicar a su ministerio.
Después de la sesión de idioma, a las 11:30 a.m., Jenny procesa sus videos y grabaciones, organizando y nombrando los archivos.
Al mediodía, se sientan a comer con sus coobreros y charlan acerca de cómo salió la sesión de idioma y dónde piensan visitar en la tarde. Después, platican un poco con sus anfitriones mientras esperan de nuevo a que el agua se caliente —en esta ocasión para el baño de sus coobreros. Y una vez más, aprovechan estas horas para escuchar el idioma y planear.
Luego, cerca de las 3 p.m., Kent y Jenny salen a visitar a la gente de una de las aldeas locales para obtener vistazos y perspectivas más profundas de sus vidas. La tarea importante de entender la cultura maíndo comienza con este acto de promover amistades.
Cuando terminan el tiempo de visitas del día, regresan a casa, y Jenny dice que charlan nuevamente con sus anfitriones y luego se van a su pequeño cuarto para cocinar una tranquila cena en su estufa a gas. Después de lavar los platos, dedican más tiempo a escuchar el idioma maíndo y a leer un poco antes de irse a dormir.
El sábado, comenta Kent, es un día para ponerse al día con los asuntos domésticos; uno de ellos es lavar la ropa sucia. Cuenta que Jenny lava todo a mano en platones, y que todo esto le toma de dos a tres horas. La tarde del sábado la dedican a divertirse con sus anfitriones y a platicar o jugar juegos de mesa con sus coobreros.
“Los domingos por la mañana”, escribe Kent, “tratamos de dedicar el tiempo a escuchar un sermón [grabado] con nuestros coobreros y luego platicar acerca de él. Junto con el tiempo diario que pasamos en la Palabra de Dios, esto nos ayuda a mantener nuestro enfoque”.
Y el enfoque de Kent y Jenny se centra únicamente en la razón por la que hicieron la decisión de vivir con y amar a la gente maíndo. La inversión de este tiempo de sus vidas, comparte Ken, se hace con la esperanza de que la gente maíndo pueda oír la Palabra de Dios y llegar a conocer y a adorar a Cristo.