Los maestros bíblicos de la etnia nakui, Kibo, Suse y Sobai, ya han estado haciendo el trabajo de ancianos durante dos años sin tener el título, informa el misionero Greg Greenlaw.
Por eso Greg se dirigió a los tres hombres que estaban sentados en el piso enfrente de él: “Nosotros hemos oído que sus matrimonios van bien y ustedes han sido fieles en este ministerio. Sus testimonios en la aldea son buenos y ustedes están cooperando unos con otros. ¿Sienten ustedes tres que están listos para ser reconocidos en la iglesia como ancianos?”.
Greg dice que hubo una pausa mientras los tres hombres esperaban a ver quién respondía primero.
Luego habló Kibo: “Nuestros matrimonios ya están bien, eso es cierto, pero nuestra manera de hablar no es completamente buena”, confesó él. “Yo no sé en cuanto a Suse, pero cuando Sobai y yo nos enojamos, todavía maldecimos. Sabemos que esto deshonra a Cristo, así que no debemos ser ancianos hasta que esto cambie”.
Greg les respondió a los hombres: “Lo que ustedes dicen es cierto. La iglesia los ve a ustedes tres como ejemplos a seguir… pero ellos necesitan líderes, entonces díganme: ¿cuándo y cómo serán cambiados estos hábitos?”.
Sobai fue el siguiente en hablar. “Nosotros necesitamos ayuda”, confesó él. “Pidamos a la iglesia que nos observe y nos pida cuenta de nuestra forma de hablar. En la reunión de esta noche pidamos la ayuda de ellos”.
Los hombres estuvieron de acuerdo y Greg dice que esa noche hizo el anuncio a la iglesia. Cuando Greg terminó de explicar la necesidad y la ayuda que el cuerpo podía dar, dice que Sobai le indicó con un gesto que se sentara.
“Él quería expresar esto por sí mismo para que no quedara duda de que esta solicitud era de ellos, no mía”, comparte Greg.
De modo que Sobai habló al grupo de creyentes. “Nosotros necesitamos su ayuda; sabemos que nuestra maledicencia es mala, pero todavía no hemos dejado este hábito. …Necesitamos que ustedes nos observen y nos hagan ver cuando fallemos. Necesitamos que nuestros hermanos y hermanas en Cristo nos ayuden a convertirnos en buenos líderes de la iglesia. Ésta no es solamente una idea de Greg, nosotros estamos pidiendo su ayuda”.
Greg informa que escuchar a un hombre nakui adulto admitiendo su debilidad y pidiendo a los hombres y las mujeres que lo responsabilizaran por su pecado fue algo diametralmente opuesto a la cultura.
“Increíble”, dice Greg, “esto no fue fruto de su cultura ni de su carne. Este fruto celestial nació del Espíritu y fue hermoso a los oídos”.
Den gracias a Dios por Su obra en las vidas de los líderes y los creyentes nakuis. Oren para que a medida que Él continúa edificando Su iglesia, la fortifique con Su verdad y continúe convirtiendo Sus hijos nakuis en líderes fuertes y piadosos que vivan vidas transformadas por el poder de Su Espíritu y que impacten su cultura para Cristo.