El gozo y la paz están reemplazando el temor y las discordias que, hasta hace poco, reinaban en esta aldea mengen.
La presión social es un arma poderosa para conseguir lo que uno quiere. Los líderes del culto mengen saben bien esto y pueden usarlo para sacar ventaja, informa Lourens Laureti.
El servicio de adoración comenzó como un evento jubiloso en la aldea. Veinte creyentes méngenes pudieron participar con lecturas acerca los últimos días de Cristo en la tierra. Luego, tan pronto terminaron las lecturas, apareció un líder del culto local amenazando a estos creyentes. Pronto aparecieron más incrédulos y se envolvieron en el conflicto, atacando a los creyentes y dañando sus propiedades.
Comenzaron a circular rumores acerca de que más incrédulos vendrían a continuar atacando a los creyentes. Lourens informa: “Los ancianos de la aldea pidieron que trajeran la policía para ayudar… Las personas que causaron el conflicto se ocultaron en la selva… La policía hizo esfuerzos por encontrarlos pero no pudo. La aldea donde nosotros vivimos quedó vacía… Muchos fueron y se escondieron en la selva o durmieron en sus huertos por temor a que hubiera más problemas”.
Parecía que Satanás había triunfado. La aldea estaba en caos. Reinaban el temor y la desolación.
Pero Dios había estado obrando entre bambalinas, informa Lourens. Por ahora, Él ha producido una solución al conflicto y ha aliviado a los creyentes de la persecución y las pruebas.
La comunidad se reunió el domingo pasado y habló. Con el estímulo de la policía, los culpables salieron de sus escondites en la selva. Se convocó y se llevó a cabo una audiencia en la aldea. “Parece”, informa Lourens, “que la situación se ha resuelto por ahora”.
La historia de la Iglesia pregona la verdad de que el fuego de la persecución es un gran acicate para la fe. Lourens informa que la iglesia mengen ha estado creciendo en medio de estas aflicciones y conflictos. “Ellos se reunieron como nunca antes; cantaron, oraron, compartieron y animaron sus corazones en el Señor”.
“Fue algo asombroso escuchar que aun los incrédulos hablaban entre ellos acerca del gozo y la paz que eran evidentes en los creyentes”.
Lourens dice que se oyó comentar a un incrédulo: “No es bueno que los creyentes estén felices en estos momentos difíciles. ¿Cómo pueden cantar y comer y estar felices? Deberían estar tristes, asustados y escondidos”.
Alabemos a Dios porque la obra de Su Espíritu en Su iglesia quita el temor y da fuerza, gozo y valor, aun en medio de circunstancias muy difíciles. Oren por Su gracia en esta aldea mengen; oren por estos creyentes para que sean alentados a permanecer fieles a Cristo y a vivir y responder con fe y obediencia a Su Palabra. Oren para que el testimonio de su reacción sea una gran dosis de sal y luz para los incrédulos, y que ellos sean atraídos a Cristo por medio de las vidas transformadas de aquellos que andan por fe.