Un grupo de creyentes de la etnia simbarí iba de camino a uno de sus huertos con el propósito de recoger nueces pandanus, una nuez deliciosa que sólo se cosecha en ciertos tiempos del año. Para poder llegar al huerto tenían que cruzar el tronco de un árbol que hacía las veces de puente sobre el río.
Los ríos aquí no son del tipo en que uno nada, excepto en ciertos sitios seguros, y este río particular está lleno de cataratas y grandes rocas; su corriente es veloz y peligrosa. En ese día, el río no sólo estaba alto, sino que el ‘puente’ estaba ubicado en un lugar donde había dos rocas muy cercanas la una de la otra, estrechando el paso del agua y haciendo que la corriente fuera muy poderosa allí.
Cuando el grupo estaba cruzando, uno de los hombres comentó que para aquellos que llevaban carga era difícil cruzar sin tener algo en qué apoyarse. Decidieron conseguir unos palos para construir un pasamano.
Mientras trabajaban, uno de los hombres, Pita, se estaba sosteniendo en uno de los palos. La corriente era tan fuerte que sacudió violentamente el palo y lanzó a Pita al agua, arrastrándolo a un charco que había más abajo.
No todos los creyentes lo escucharon caer, pero los que sí, gritaron. Ellos esperaron a que saliera a flote, pero aunque Pita es un hombre muy fuerte, y aunque luchó y luchó, la fuerza zambullidora del agua lo mantenía en el fondo del río. Él trató de salir a flote tres veces y en cada ocasión la corriente lo volvió a sumergir.
Más tarde, Pita dijo que era como estar envuelto en una cobija de agua. Los creyentes, viendo que no emergía, comenzaron a llorar y clamar a Dios: “¡Oh, Dios, por favor, ayúdalo!”.
Pita nos contó que para ese entonces su fuerza se había ido. Dijo que se dio maña para sacar sus manos del agua para despedirse de su familia y sus amigos, y pensó: “Voy a morir, pero no hay problema; estoy listo”.
Los que estaban en la ribera del río lo vieron despedirse y, con angustia, un hombre quiso lanzarse para intentar salvarlo. Pero el resto lo retuvo para impedir una muerte adicional.
Luego, los creyentes que estaban observando todo dijeron que sucedió algo asombroso. Repentina e inexplicablemente, Dios sacó a Pita a la orilla del río. Él dice: “Yo era como una mariposa y volé fuera del agua”.
Cuando los creyentes lo sacaron, estaban llorando y alabando a Dios. Ellos creían que Pita había muerto, pero estaba vivo. Uno de ellos dijo que Pita era como Jonás en el vientre del gran pez, porque Dios lo había rescatado.
Esa noche parece que nadie pudo dormir. Comieron juntos y dieron gracias a Dios y elevaron cánticos. Algunos de los creyentes durmieron cerca de Pita porque decían que el incidente se repetía una y otra vez en sus mentes, como un video, y ellos sólo querían estar cerca de Pita y darle gracias a Dios porque él estaba vivo.
La experiencia de Pita que casi le cuesta la vida, me recuerda cuán amada se ha vuelto la gente simbarí para mí. Cuando yo escuché la historia, yo también lloré y alabé a Dios por Su misericordia para guardar la vida de Pita.
Más tarde, cuando vi a Pita, estreché su mano y le dije: “Oh, Pita, escuché la historia de cómo Dios te sacó del agua y le estoy dando muchas gracias a Él por eso”.
Pita sonrió, pero tenía lágrimas en sus ojos.
La experiencia de Pita me recuerda cómo estábamos antes de que Dios se inclinara para salvarnos. Nosotros estábamos bajo el poder del pecado, un peso que nos iba a aplastar y condenar. Todos nuestros esfuerzos propios para librarnos del castigo del pecado, el cual es la muerte, eran inútiles.
Pero luego Dios, por medio de Su Hijo Jesucristo, se inclinó y, por medio de la fe en Él, fuimos milagrosamente salvados de la muerte que merecíamos. Era como si estuviéramos muertos, pero Dios nos levantó y nos dio vida nueva en Él.
¿Qué otra razón necesitamos para alabar Su santo nombre?