A Lori Morley le encanta escuchar a sus coobreros de traducción mientras visitan en el portal de su casa. Mientras trabajan juntos traduciendo la Biblia al idioma simbarí, con frecuencia comparten acerca de lo que Dios está enseñándoles personalmente.
Un día, Raymond, un hombre muy culto y muy respetado en su comunidad, habló de una difícil decisión que él y su esposa habían tomado recientemente.
Él había luchado con inconsistencias en la enseñanza y los horarios de la escuela local. Su preocupación era que los niños no estuvieran aprendiendo los principios básicos que necesitaban saber. En un esfuerzo por mejorar la calidad de la educación local, Raymond decidió presentar una solicitud para convertirse en maestro.
Sólo había un problema. Raymond se enteró que para recibir la capacitación requerida para un maestro, necesitaba dejar la tribu y su trabajo de traducción bíblica durante 6 meses o más.
Mientras esperaba la aprobación final de su solicitud para convertirse en maestro, Raymond y su esposa oraron. Fue difícil escoger entre mejorar la educación de sus hijos y la oportunidad de traducir la Palabra de Dios al idioma simbarí. Pero pronto Raymond y su esposa tenían una respuesta. Ellos no sentían la paz de Dios en cuanto a abandonar el trabajo de la traducción bíblica, aunque fuera por un corto tiempo.
Y de este modo, cuando Raymond recibió la noticia de que había sido oficialmente aprobado para tomar la capacitación de maestro, les respondió que debían buscar a alguien más para llenar esa vacante.
Poco después de tomar esa decisión, Raymond fue alentado al llegar a este versículo mientras trabajaba en la traducción de 1 Timoteo: “porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.” (1 Timoteo 4:8).
Cuando Raymond pensó en este versículo, tuvo la certeza de que Dios había confirmado su decisión. Él aún espera recibir la capacitación de maestro en el futuro. Espera algún día convertirse en un maestro que bendiga a los niños simbarís con una buena educación.
Pero por ahora, Raymond se siente seguro de que Dios le ha dado una tarea más urgente, la cual debe tener prioridad. Y él sabe que su trabajo en la traducción de la Biblia promete una gran recompensa eternal.