Brian pasaba las primeras horas del día volando y el resto enseñando en el salón de clases o estudiando mientras se preparaba para sus exámenes de la Administración Federal de Aviación
Apenas unos días después de regresar del viaje en helicóptero, Brian se metió de nuevo en el entrenamiento y comenzó a trabajar con miras a su certificado de instructor de vuelo de helicóptero. Él ha mantenido una licencia de instructor de vuelo durante la mayor parte de su carrera de piloto, pero necesitaba añadir helicópteros a la licencia.
Fue un curso muy difícil, con muchas funciones para desempeñar. El concepto es bastante simple. Como instructor de un helicóptero (o un avión) uno simplemente asume que el individuo que va al lado (el estudiante) va a tratar de matarlo a uno varias veces durante el vuelo. La meta es preverlo y evitarlo, de este modo salvando el pellejo. Una vez que las cosas nuevamente están bajo control, uno tiene que afirmar calmada y suavemente al estudiante y ayudarle a aprender de sus errores sin dejar cicatrices emocionales.
Aparte de recobrar maniobras que han salido mal, hay que impartir mucha enseñanza. No es suficiente con sólo hacer las maniobras, sino que uno tiene que poder enseñarlas y explicarlas mientras están ocurriendo.
También, en el salón de clases, la profundidad del entendimiento alcanza un nuevo nivel ya que Brian tenía la responsabilidad de desarrollar guías de enseñanza y enseñar a sus compañeros de trabajo todas las lecciones de tierra a un nivel de piloto comercial de helicóptero. Este curso de instructor fue una excelente manera para que Brian profundizara mucho más su conocimiento y su destreza para volar helicópteros.