Una aldea siawi había sido azotada por un “cerdo de fuera del pueblo” durante varios meses.
Recientemente el cerdo se había establecido debajo de la casa de la misionera Linda Krieg. Ante este nuevo acontecimiento, los aldeanos decidieron que el cerdo debía marcharse –a algún lugar y de algún modo. Ellos esperaban que el animal decidiera marcharse a una aldea vecina, río abajo. Era otro grupo étnico pero el cerdo no entendía ninguno de los dos idiomas.
“¿Aún no ven en qué manera esto podría afectar la traducción? Bien, en primer lugar, un cerdo viviendo próximo a la pista aérea es un peligro mayor para cualquier avión que aterrice o salga de Siawi”, comentó Linda. “En segundo lugar, el cerdo tiene unos hábitos de aseo desagradables que dejan mi casa oliendo como un corral, con el concomitante enjambre de insectos voladores. En tercer lugar, la ruidosa satisfacción que siente con su alojamiento, expresada a medianoche, afecta inmensamente el sueño de la traductora principal”.
Linda le pidió a un joven siawi que cortara hojas de sago, esperando que las espinas desagradables desalentaran al cerdo y que éste buscara otro lugar para dormir. Ella esperaba tener una noche placentera, pero lo primero que escuchó fue al cerdo caminando sobre las ramas de sago y bajando al piso inferior a dormir.
“Es tiempo de tratar otro método de desalojamiento de cerdos”, se dijo Linda a sí misma. “Considerando las consecuencias, contraté dos jóvenes como ‘patrulleros anti-cerdos’. Su trabajo era ahuyentar al cerdo, para que no hallara refugio bajo ninguna de las estructuras cercanas a la pista aérea. La idea era que esto hiciera que el cerdo cambiara de residencia, disminuyendo los peligros para la pista y la limitación de mi sueño. El problema fue que no consideré detalladamente esto y no me llevó mucho tiempo para darme cuenta de que había cometido un gran error.
“En la primera noche de los patrulleros anti-cerdos, como a las 11 p.m., fui despertada por el sonido de piedras y terrones golpeando al intruso, luego el galope de pezuñas de cerdo, y el ruido de hojas secas de sago. No sólo una vez, ni dos, sino tres veces esa noche, el cerdo regresó, y los jóvenes regresaban, y la escena se repetía.
“Bien, suspender los patrulleros anti-cerdos. Pero era más fácil decirlo que hacerlo –estos jóvenes estaban entusiasmados y apreciaban su trabajo. La siguiente noche fue una repetición de la noche anterior”.
El dueño del cerdo acordó vendérselo a Linda por $150 dólares para que ella pudiera matarlo. Ella intentó suspender los patrulleros anti-cerdos pero estos jóvenes entusiastas no estaban dispuestos a renunciar a su trabajo.
Y surgió un problema espiritual. Los hechiceros que fueron contratados por los aldeanos siawis para invocar el poder de Satanás sobre sus enemigos, eran parientes cercanos del dueño del cerdo; de modo que ninguno iba a matar al cerdo. Las mismas personas que pensaron que la muerte de Kwaelom había sido causada por hechicería ahora tenían temor de matar al cerdo.
El propietario del marrano era creyente y no iba a objetar que mataran el cerdo; no obstante, nadie tocaba al cerdo.
Después de otra noche de los patrulleros anti-cerdos persiguiendo al marrano infractor, Linda recibió una carta del dueño del animal, quien dejaba en claro que el propietario estaba totalmente de acuerdo con matar al cerdo. El equipo de traducción al siawi puso en un lugar público la carta para que toda la aldea la viera.
El sábado, el infractor fue ejecutado y la carne distribuida en la aldea en celebración.
“Yo agregué $150 dólares a mis gastos de traducción bíblica y me pregunté qué pensarían de esto los funcionarios de la oficina de impuestos de mi país”, informó Linda.
Por favor, oren por Linda y el equipo de traducción siawi para que continúen siendo diligentes en su tarea, a pesar de las interrupciones.