29 de junio
En muchos sentidos, si un hombre vive lo suficiente podrá ver expandirse o deteriorarse su trabajo. Mi viaje de regreso a Bisorio, Papúa Nueva Guinea, me permitió ver ambas cosas en poco tiempo. Cuando descendí del bote el cambio empezó a inundar mi memoria con recuerdos de cómo se veía entonces este viejo centro de misiones en comparación con ahora. Habían pasado muchos años desde que anduve estos senderos a lo largo del río, demasiados, pensé mientras me alejaba de la playa.
Todo lo que quedaba de la casa que llamamos hogar durante unos años era un viejo poste que parecía asustado con el río tan cerca. El sitio de las casas de los Kennell y los Walker hacía mucho tiempo que había desaparecido, arrastradas por el torrentoso río. La gente me dijo que el río había devorado todo, incluso el pequeño tractor Ford azul. Observando aun más alrededor, vi que más de un tercio de la pista de aterrizaje había sido cortado y llevado río abajo hasta encontrar un lugar de descanso en las llanuras del Sepik.
El cambio más grande aún estaba por venir, pero era uno que haría que toda la pérdida pareciera valer la pena al final. Los bisorios querían mostrarnos lo mucho que habían cambiado desde que el Evangelio había llegado a ellos unos años atrás. ¿Qué mejor manera que vistiendo sus trajes tradicionales de antaño? Luego, vinieron, danzando, gritando y blandiendo sus arcos y flechas en el aire. En los primeros días no fuimos abrazados, pero estos hombres y mujeres cristianos están encima de nosotros.
Jesús nos dice que Él edificará Su Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Aquí, en medio de la selva de PNG, veo el cambio más grande de todos, una iglesia viviente y creciente que ha sido tocada por Dios y ha sido guiada por el Espíritu Santo durante todos estos años que los misioneros no han estado. Cuando veo esto que está ocurriendo, esta vieja canción viene a mi mente: “Cuando el Dios de toda la creación me pide que vaya la historia a contar, ni la muerte ni el infierno me pueden detener; hogar, amigos y todos, que les vaya bien”. Que Dios cambie más corazones para que vayan.
JCH