22 de enero, 2019
Nubes grises flotaban en lo alto, y la lluvia con neblina empapaba mi sombrero y resbalaba por el ala. Yo luchaba por mantener los planos secos mientras leía las dimensiones, media y clavaba las estacas para marcar las esquinas del hangar, el helipuerto y la vía de acceso. Después de dos años de búsqueda y espera, ¡finalmente teníamos un terreno de 3.3 hectáreas para construir!
En ese día gris, sin embargo, la realidad me golpeó y se formó un nudo en mi estómago; a pesar de lo difícil que había sido hallar un terreno, esa era la parte fácil. Nunca antes había abordado un proyecto de esta magnitud, mucho menos en un país en desarrollo con recursos limitados y teniendo que superar una barrera lingüística. Yo estaba asustado, abrumado, y me preguntaba por qué había aceptado supervisar este proyecto.
Sin tener contactos en la industria de la maquinaria pesada, sin páginas amarillas, y sin empresas de alquiler de equipos que se puedan encontrar mediante una búsqueda en internet, necesitaba despejar y nivelar 1.1 hectáreas de un campo de caña de azúcar abrupto y surcado, y cortar y rellenar varios cientos de metros cúbicos de tierra para nivelar el sitio de construcción. También necesitaba un grupo de trabajadores de construcción, pero el idioma de la isla que ahora llamamos hogar no es el tagalo, y todavía no puedo comunicarme bien con la mayoría de la gente del sitio.
Luego Dios nos envió un ángel en pantalones cortos y chancletas. Hacía poco que lo habíamos contratado como jardinero para la casa de huéspedes, pero sus capacidades sobrepasaban grandemente a las de un jardinero. Él habla el tagalo con fluidez, tiene experiencia en la fabricación de acero y como maestro de construcción, ¡y sabe leer planos!
Él reunió un grupo y lo manejó bien, además de hacer su propia parte en cada aspecto del proyecto. Se convirtió en un buen amigo y también en un empleado de confianza en el transcurso del trabajo, y honestamente, si el Señor no nos hubiera enviado a Jojo, no hay manera de que ese hangar se hubiera construido a tiempo, si es que se hubiera podido. Dale un vistazo al resto de la historia en fotos. También pulsa aquí para leer cómo comenzó todo con ¡Solo una puerta!
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