11 de septiembre, 2018
He conocido a Tim y a Betty Wyma durante. . . décadas, ¡digamos! Bueno, consideren esto: Yo enseñé a su hija menor en la escuela secundaria, y ¡ahora ella tiene hijos grandes! Bien, dejemos hasta aquí el tema de la edad. . .
Julie y yo trabajamos durante ocho años en Paraguay, lo que quiere decir que finalmente pudimos conocer a algunos ayoreos cuando visitábamos amigos de ese grupo étnico. De hecho, esas “visitas” llevaron a que nuestra hija mayor se casara con uno de los hijos de los misioneros que vivían entre los ayoreos. Y nosotros ayudamos a algunos de los nietos de los Keefe en campamentos escolares y educativos; entonces, sí, tenemos una ligera conexión con los ayoreos.
Añadamos a eso nuestra relación con Tim y Betty, y ahí tenemos una razón perfectamente buena de por qué quería publicar su último informe en nuestro blog. El informe habla de historia, habla del futuro y habla de lo que está pasando en este momento entre los ayoreos. Pero basta de andar por las ramas, los dejaré leer lo que ellos escribieron:
¡Dios respondió abundantemente nuestra oración unida [a finales de agosto] de muchas maneras! El viaje a Paraguay, y luego el viaje por carretera de siete horas hasta el interior fueron difíciles para mi espalda convaleciente, pero valió la pena una vez que llegué y comenzó la conferencia. Estar en medio de más de 600 ayoreos cantando, batiendo palmas y alabando al Señor mientras todos entrábamos a la iglesia, es algo que todavía produce un nudo en mi garganta pues los recuerdos de esa conferencia de tres días repercuten en mi corazón. Había representantes de diecinueve iglesias ayoreas: doce de Bolivia y siete de Paraguay. Los ciento cincuenta ayoreos bolivianos alquilaron tres autobuses para que los llevara a Paraguay, y ellos contribuyeron de muchas maneras significativas. No fue un gasto pequeño, y al igual que con todos los demás gastos y la planificación, todo fue orquestado y financiado por los ayoreos; ha sido una planificación de año y medio.
El enfoque desde el mismo inicio de la conferencia fue dar gracias a Dios porque su plan incluyó al pueblo ayoré como recipiente de su mensaje salvador de amor y gracia; me hubiera gustado que todos ustedes hubieran estado allí. Hubo expresiones continuas de profundo aprecio y gratitud hacia todos nosotros, misioneros a los que Dios usó para comunicar ese mensaje por medio de la entrega de nuestras vidas; algunos literalmente, como los primeros cinco hombres misioneros que fueron martirizados hace setenta y cinco años en Bolivia, y luego muchos más de nosotros que hemos invertido nuestras vidas viviendo, enseñando y amando a estas preciosas personas ayoreas para Cristo. Ellos nos cargaron a Norm [Keefe] y a mí en sillas sobre sus hombros con la bandera de Paraguay como un pabellón sobre Norm y la bandera de Bolivia sobre mí. Era su manera de celebrar todo lo que Dios ha hecho por medio de nosotros. Eso incluye a todos ustedes que están leyendo esto, a los que han vivido y trabajado entre ellos, a los que han sido criados como hijos de misioneros entre ellos, también a todos los que han orado y dado de sus recursos para que esto suceda. Para mí fue un privilegio muy grande representar a Bolivia y a todos ustedes, junto con Norm Keefe, quien representó a Paraguay, al igual que su hijo John Keefe y su familia, y los esposos Bruce y Alice Higham que han vivido y trabajado allí en [Paraguay] de forma continua durante muchos años. Cada uno de nosotros tuvo tiempo para compartir y tratar de animar a los ayoreos que asistían a las reuniones cada día.
Otro tema fue celebrar la unidad y la armonía de todos los que estábamos reunidos, ya que la animosidad, el derramamiento de sangre y la guerra anteriormente eran la realidad prevalente entre los países y la gente ahora reunida en un mismo espíritu y un mismo corazón. Los ayoreos de Bolivia constantemente estaban en guerra con los ayoreos de Paraguay, e incluso los dos países de Bolivia y Paraguay sostuvieron una prolongada y costosa guerra llamada la Guerra del Gran Chaco, y la continua matanza de “cojñones” (personas no ayoreas) a manos de los ayoreos y viceversa es legendaria. [Sin embargo] allí estábamos, un grupo sin fisuras de santos lavados por la Sangre, ¡compartiendo, alabando y teniendo comunión con un solo Dios, un solo Señor, un solo Espíritu, una esperanza y una Palabra!
Mis palabras no le hacen justicia a este acontecimiento, pero confío en que hayan podido vislumbrar lo que Dios hizo en respuesta a la oración, al sacrificio y a la obediencia de todos nosotros. Entonces les paso los “yacaranguipis” (gracias) a todos ustedes de parte de todos ellos. Sus rostros desfilan por mi mente incluso mientras escribo esto.
Como pueden ver, la realidad de todo esto sigue repercutiendo en mí,
Tim Wyma
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