19 de agosto, 2017
Hubo un increíble grupo de pastores/líderes en la tercera conferencia. Internados en la selva, ignorados por el mundo, pero algunos de estos hombres probablemente estarían en el “Salón de la Fe” si Hebreos 11 se escribiera hoy; es un honor trabajar con ellos.
Ayer, cuando salimos de las costas fangosas de la aldea, me di la vuelta y tomé esta foto de los pastores y los creyentes de la aldea y sus rostros tristes mientras nos alejábamos. Qué semana tan preciosa de comunión y reuniones… personas de cinco tribus diferentes que hace años solían ser extrañas y enemigas, pero ahora estaban tristes por tener que dejar la comunión de unos con otros.
Qué privilegio especial ha sido para nosotros haber estado aquí y compartir un nuevo vínculo con gente que nunca habíamos conocido. Al final de la conferencia nuestro anfitrión se quedó toda la noche en la selva para cazar un cerdo salvaje. Regresó con un festín para que los invitados compartieran con todos. Luego muchos abrazos y apretones de manos para expresar su gratitud mientras separábamos nuestros caminos.
Y ahora estoy de vuelta…en mi mundo. Un mundo de aviones, camas cómodas, lavadoras y ropa limpia, duchas con agua caliente y servicio de telefonía celular. De vuelta en el mundo de Facebook, los correos electrónicos y los horarios apretados. ¡Un mundo en el que puedo enviar un mensaje de texto a mi esposa en el otro lado del mundo… y recibir una respuesta en dos segundos! Un mundo tan extraño y distante que justamente ayer… parecía como un planeta diferente.
Oren por mí mientras empiezo mi última conferencia hoy. Diferente tribu. Diferentes preocupaciones. La misma voz débil, ¡el mismo gran Dios!
¡Gracias por sus oraciones! Gordon
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