6 de agosto, 2017
Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19:14).
Es necesario pensar en la intención de las palabras de Jesús; también es bueno pensar en el efecto a largo plazo de Sus intenciones a medida que las seguimos.
En los primeros días del ministerio con la etnia da-an, no había programas especiales para niños. Los niños venían a los tiempos de estudio bíblico con sus padres cuando estaban siendo introducidos a la Palabra de Dios, y finalmente a Jesús y al Evangelio. Los niños no siempre parecían prestar atención. Como era costumbre en su cultura, los niños aprendían de una manera un tanto pasiva mientras jugaban en el piso, cerca de donde sus padres se sentaban. Sin duda, algunos escuchaban y aprendían más que otros.
A veces había pequeñas distracciones causadas por los niños; rara vez hubo interrupciones. Aunque no les enseñábamos específicamente a ellos, Dios estaba obrando en sus tiernos corazones. Al mirar atrás, a aquellos primeros días, podríamos, y tal vez deberíamos, haber hecho más ministerio enfocado en ellos. Pero la obra de Dios siempre es llena de gracia.
Hoy en día, ¡algunos de esos niños se han convertido en los líderes y los maestros bíblicos de la iglesia! En una visita reciente al pueblo da-an, uno de los ancianos de la iglesia local me recordó que él era ese niño de cuatro años que siempre era travieso durante los tiempos de estudio bíblico (me acordé de él y de sus padres, pero no recordé las travesuras a las que él se refería).
El efecto a largo plazo de dejar a los niños pequeños ‘jugar’ en la presencia de Jesús y Su Palabra puede ser una obra de gracia y de transformación. Quizá el enfoque intencional sobre los niños mientras ministramos podría ser aún más fructífero a medida que Dios hace Su obra.
¡A Él sea toda la alabanza!
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