Otro aspecto del ministerio
7 de marzo, 2014
Hace un tiempo, visité a la familia de William y observé mientras él adelgazaba un cuero para hacer un par de sandalias para su hijo.
Pocos hombres saben cómo hacer las sandalias que la gente usa aquí. Muchos compran sandalias a $15 dólares el par; cuando tienes tantos pies para calzar, como en el caso de los once hijos de William, ¡eso constituye un platal! Las sandalias solo duran unos seis meses, hasta que el cuero está tan maltratado que estas se vuelven inútiles. Como el ingreso principal de la gente proviene de la venta del producto de sus cultivos, el dinero escasea bastante entre cosechas.
A excepción de sembrar la tierra, no hay trabajo en las montañas. A veces, durante la cosecha del frijol y la cosecha del mango en la costa, la gente de las montañas acude en masa a las tierras bajas para trabajar en los campos. Mientras están allí, compran zapatos nuevos, algunas telas para hacer ropa nueva, una o dos ollas nuevas y maíz y frijoles. Nuestro pueblo tiene dos tiendas pequeñas que llevan productos básicos y la omnipresente Coca-Cola, galletas, papas fritas y caramelos, pero al doble del precio de las tiendas de la ciudad.
La mayoría de las mujeres son artistas maravillosas. Sus ropas son un testimonio de su amor por el color y los detalles complejos. Cuando las mujeres se reúnen, observan las flores en las faldas de las demás e intercambian patrones e ideas. También son creativas en la fabricación de joyas de cuentas –collares, pulseras y aretes. Bordan telas para que sus tortillas conserven el calor después de sacarlas de la sartén; cuidadosamente bordan bolsas de colores que tardan meses en terminar; tejen bolsas hermosas en telares sencillos.
Hace unos dos años, comenzamos a comprar algunas de las artesanías de la gente ya que ellos necesitaban dinero. Ellos pudieron conseguir más materiales para hacer más artículos, y así nosotros les comprábamos más. Encontramos una tienda en la costa que estaba interesada en vender las artesanías del pueblo nahuatl a los turistas norteamericanos y nos convertimos en intermediarios. Nos complace ayudar a que la gente tenga otra fuente de ingresos. Con frecuencia vemos que las mujeres venden un puñado de pulseras que han hecho a lo largo del tiempo, luego se van directo a la tienda a comprar aceite (a cuatro dólares el litro), azúcar, harina de trigo, café, mantas o sandalias. Nuestra vecina más cercana, una viuda con cinco hijos que aún están en casa, nos dijo: “Gracias por proporcionarnos otra forma de conseguir dinero. Si ustedes no compraran las cosas que yo hago, mis hijos y yo no tendríamos comida. Ahora puedo trabajar para comprar ropa y zapatos para mis hijos y tengo comida para nuestro sustento”.
La importancia de una “H”
3 de julio, 2014
Estaba trabajando con una ayudante de traducción, probando una frase para “Dios vio con buenos ojos…”.
Mirando mi papel, recité la frase que buscábamos: “In Dios uki kwal in taka”. “Dios pensó bien (de) el hombre”.
Mi compañeros de trabajo y yo habíamos trabajado en esta frase con varios ayudantes, por lo tanto, estaba muy segura de que tenía el significado que estábamos buscando. Mi ayudante de traducción me miró un poco extraño.
—“¿Uki kwal in taka?” Repitió ella la frase en forma de pregunta (para confirmar si había entendido bien).
—“Sí”, le dije.
—“¿In Dios?” Dijo ella, preguntando si era cierto que Dios era el que estaba haciendo la acción.
—“Sí, dije. “¿Qué significa eso que Dios hizo?”
—“¡Dios se comió al hombre!” dijo ella.
Desconcertada, volví a mirar mi hoja de apuntes y noté una letra que no había pronunciado. Me reí. “Sí, eso significa que Dios se comió al hombre. Pero yo quise decir: ‘In Dios ukíh kwal in taka’”. Dije la frase pronunciando en forma prominente la “H”.
Ella se rió. “Oh, eso significa que Dios pensó bien (de) el hombre”.
“¡Genial!” Pensé. Pero ¡tendré que ser MUY cuidadosa y pronunciar esa “H”!
Las pequeñas bendiciones
10 de agosto, 2014
A veces son las pequeñas bendiciones las que me recuerdan que Dios tiene el control.
Tenía varios capítulos de la traducción que necesitaba revisar en cuanto a comprensión con una persona hablante de la lengua nahuatl que no fuera la señora que me ayudó a traducir. Por lo tanto, le pedí a Bernie que viniera a ayudarme una tarde. Ella es una joven extremadamente avispada que tiene una gran memoria, un buen ojo para los detalles, y es alguien que me dirá sin rodeos si algo no suena bien o si no lo entiende.
Así que la comprometí una tarde. Yo tenía una gran cantidad de trabajo, probablemente por lo menos para dos horas. Bernie puede manejar perfectamente dos horas de trabajo en los materiales, pero sus dos niños pequeños no. Ellos son ruidosos e inquietos, como deben ser dos niños pequeños. Por lo tanto, no estaba segura de cuánto tiempo duraría en realidad la sesión para revisar la traducción.
Cuando planeamos una sesión con un ayudante del idioma en la tarde, normalmente significa que la persona llega entre 4-5pm. Bueno, justo después del almuerzo, Bernie apareció en la puerta. ¡Solo traía a su hijo más pequeño! Le di gracias a Dios porque él puede jugar solo, sin interrumpirnos mucho.
Después de una pequeña plática, comenzamos a trabajar en el primer capítulo. Su pequeño se subió a su regazo y se durmió. Ella lo acostó en el sofá y continuamos con el resto de los capítulos, ¡logrando hacer todo sin interrupciones! Le di gracias a Dios nuevamente, por la quietud de la casa para que pudiéramos concentrarnos.
Cuando terminamos, ella alzó a su hijo, lo ató a su espalda y se marchó a su casa. Al cabo de media hora, llegó la lluvia de la tarde; dura y constante. Las lluvias llegaron temprano ese día, y duraron mucho tiempo. Si Bernie no hubiera venido a la hora que lo hizo, nunca habría venido porque habría estado lloviendo muy duro y no habría podido cruzar el arroyo para llegar a mi casa. Entonces volví a darle gracias a Dios por tener el control aún de cuando la gente llega a la casa ¡y por traer a Bernie en el momento perfecto!
Deja un comentario