2 de febrero
Realmente queremos aplicarnos y aprender el idioma; pero ¡la vida sigue su curso! Los retos previsibles e imprevisibles de la vida consumen tiempo que nos gustaría pasar inmersos en el idioma y la cultura. Yo, Danica, paso una buena parte de cada día enseñando a Cali y a Karina, quienes están en los grados 3o y 1o. Es un trabajo que me encanta, pero requiere de mucho tiempo y dedicación.
Jeván termina desarmando el motor del bote y limpiando el carburador después que un aumento repentino en el nivel del río hunde el bote y el motor. O queda atrapado reparando el generador cuando deja de funcionar debido a gasolina de mala calidad.
Virus, infecciones bacterianas, y hongos representan un problema mucho más grande aquí en los trópicos y terminamos gastando más tiempo cuidando de nuestra salud y nuestros hijos que cuando regresamos a nuestro país. O justo cuando menos lo esperamos, somos mordidos por una danta y tenemos que salir del contexto de aprendizaje del idioma, pasando un mes en la ciudad para recibir una serie de vacunas; uno nunca sabe qué va a ocurrir después.
Dios ha estado ahí con nosotros en cada paso del camino, ¡y sabemos que Él tiene el control! Pero no podemos dejar de preguntarnos, a veces, ¿por qué no quita del camino algunos de estos obstáculos en el aprendizaje de la lengua? —¡y del futuro ministerio!
Sabemos una cosa –¡todos estos obstáculos nos enseñan a DEPENDER DE ÉL!
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