Julie Martin sabe muy bien lo difícil que es imaginar cómo es la vida de ella y su familia. Por eso comparte una pequeña perspectiva sobre la vida misionera entre la gente akolet.
“¿Te preguntas cómo es nuestra vida?”, escribe Julie. “Está compuesta de unas pocas pizcas de paraíso, una dosis saludable de lo extraño y una terrible cantidad de trabajo difícil”.
“Tiene muchos momentos que un forastero envidiaría”, continúa ella. “Por ejemplo, poder bucear con tubo en cualquier tiempo del año sobre hermosos arrecifes de coral”.
“Otros momentos en esta cultura”, añade ella, “podrían ser vistos como extraños. Tomemos, por ejemplo, que nuestra hija de dos años de edad, Lela, juega sobre la tumba de su amiga”.
Julie explica que unos queridos amigos perdieron por ahogamiento a una hija de 18 meses de nacida y la sepultaron debajo de su casa que está construida a una altura del suelo. “Sobre la tumba”, comenta Julie, “hay una estructura de madera que es usada como mesa o banco”. Entonces, cuando los Martin visitan a sus amigos, pasan un tiempo compartiendo alrededor del área de esa mesa y la pequeña Lela juega a los pies de ellos —justo sobre la tumba de su pequeña amiga.
En un paraíso ocasional que tiene sus momentos extraños, también hay mucho trabajo difícil. Trabajo como impartir constantemente el discipulado a los creyentes, o invertir diligentemente largas horas y un esfuerzo extenuante en la traducción del Nuevo Testamento al idioma akolet. Y además de lo anterior, el trabajo de prepararse para enseñar y discutir las lecciones bíblicas en akolet.
A veces es desalentador, admite ella. “La gente akolet se está acercando rápidamente al tercer aniversario de cuando la mayoría de ellos creyó en Cristo. Aunque sabemos que hay crecimiento, nos parece a nosotros y a ellos que algo del ‘nuevo aroma cristiano’… se ha desvanecido. Ellos ven que por más que piensen que han dejado atrás todos los viejos problemas que tenían cuando se hicieron creyentes, muchos de esos asuntos, en efecto, todavía son una gran fuente de lucha diaria para ellos, como lo son para todos nosotros”.
Julie dice que a algunos creyentes les resulta difícil asistir fielmente a la enseñanza bíblica y que se están presentando riñas entre ellos. Los creyentes jóvenes aklolets encuentran que la realidad de su carne los empuja a amoldarse a su cultura y a veces terminan envueltos en malas situaciones como resultado.
También ha habido otros desánimos. Julie comparte que los coobreros de ellos tuvieron que regresar inesperadamente a su país por motivos de salud urgentes. Además, cambios en los horarios de la aviación misionera han hecho que los viajes para entrar y salir de la tribu sean mucho menos predecibles.
“Pero siempre hay destellos de esperanza”, añade Julie. Por ejemplo, el crecimiento evidente que Dios ha dado a la vida de Lonsi, un amigo usualmente tímido, quien hace poco habló valiente y efizazmente acerca del Evangelio con un jefe que estaba visitando su aldea.
Dios es fiel y está obrando, y los Martin lo saben. Pero necesitan tus oraciones.
“¿Puedes unirte a nosotros para orar por la obra akolet?”, pregunta Julie. “Ora para que el Espíritu Santo se mueva poderosamente en la iglesia akolet —haciendo que los creyentes dependan más de Su poder y vean su necesidad de Él. Ora por el grupo de adolescentes y adultos que están oyendo por primera vez la enseñanza bíblica —que entiendan el mensaje del Evangelio y lleguen a la salvación”.
Y Julie añade: “Ora por nosotros como familia para que hallemos ánimo y fortaleza a diario —en la Palabra escrita y en la Palabra Viviente que está presente con nosotros”.
Ánimo y fortaleza —porque vivir en un sitio remoto para llevar la Palabra de Dios a personas que nunca han oído una clara presentación del Evangelio no es una tarea fácil.
A veces es un paraíso. A veces es un poco extraño. Pero mayormente es duro trabajo que requiere urgentemente de la gracia y el poder de Dios.
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