2 de septiembre
Si hay personas que saben acerca de la pérdida son los mwinikas. Honestamente no conozco a un hombre o una mujer de esta etnia que no haya perdido a alguien cercano. La mayoría de las personas han perdido a varios familiares cercanos: hijos, padres, cónyuges, amigos, hermanos, hermanas.
“…que podamos también nosotros consolar… por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios…”. Estas palabras de Pablo a la iglesia de Corinto pasaron a menudo por mi mente en las últimas semanas.
Hace unas semanas perdimos trágicamente a nuestra pequeña Jack Russell –la “sombra” de Nadia y su fiel compañera. A pesar de que ella era “solo una perra”, sentimos profundamente su ausencia y la pérdida fue dolorosa. Francois todavía estaba fuera, ocupado con la importación de nuestro vehículo al país. Sin embargo ¡fui animada con la bondad de nuestros vecinos! Uno a uno y en grupos, venían y se sentaban conmigo; a veces solo en silencio, llorando conmigo, y a veces hablando acerca de lo que había sucedido. Yo quedé asombrada por su compasión y comprensión; a pesar de que tener mascotas no es parte de la cultura mwinika, ellos también amaban a nuestra perrita y se divertían con ella inmensamente. Sin embargo, ésta no era la razón de su compasión. Se conmovieron por nosotros porque nos conocen y estaban tristes por nuestra pérdida. (Foto de la familia, tomada en 2012).
Ellos convirtieron en un gran triunfo la vez que la perra encontró una serpiente en la oficina de traducción cuando fue llevada allí para dar cuenta de un “ratón”. (Jackie era una buena cazadora de ratones y ésta fue una de las razones por la que los mwinikas la recibieron tan bien: ¡tenía propósito!). Resultó que no era solamente un ratón el que nuestro compañero de trabajo estaba oyendo, sino una cobra escupidora, una de las serpientes más mortíferas de África. Nos estremecíamos mientras imaginábamos a los chicos y a Phil yendo allí para deshacerse del “ratón” por su propia cuenta… Jackie mató a la serpiente, pero de algún modo un poco de ese veneno penetró en su sistema (la escupidura es tan venenosa que aun el solo contacto con la piel de uno puede causarle la muerte). Incluso cuando el veneno ya estaba empezando su tarea mortal, ella siguió adelante y también cazó un ratón; pero murió una hora después.
Aprecié todas las visitas de mis amigos después del accidente, pero nunca olvidaré a la pequeña anciana MayeApete, quien llegó cojeando con su bastón hasta nuestro patio… Ella se había debilitado mucho y ni siquiera había podido volver a las reuniones de los creyentes durante meses… y aquí estaba ella, caminando cerca de un km desde su casa hasta nuestro patio con sus pequeñas piernas menudas.
“Al enterarme que Jackie había muerto, ¡no podía dejar de venir!” dijo ella con lágrimas en sus ojos. “Me dije a mí misma: ‘Tengo que ir y consolar a mi hija Nadia; ¡tengo que ir a verla!’ Para cuando pasé por la casa de oración, me sentía mareada y me zumbaban los oídos. Pero me dije a mí misma: ‘Jackie murió; tengo que ir donde mi hija’”.
MayeApete ha perdido a casi todos sus seis hijos a través de los años. Cuando ella entendió el Evangelio, su reacción fue: ¿Qué de todos mis hijos que murieron antes de oír la Verdad? ¿Dónde están ahora? MayeApete sabe lo que es la pérdida y el dolor, más allá de lo que puedo imaginar…
“…que podamos también nosotros consolar… por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios…”.
Qué increíblemente funciona el Cuerpo de Cristo. Que sean consolados hoy por Aquel que es nuestro consuelo.
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