16 de febrero
Lingüística. Según el diccionario de la lengua española, lingüística se define como “la ciencia del lenguaje, incluyendo fonética, fonología, morfología, sintaxis, semántica, pragmática, y lingüística histórica”; permítanme decir que es mucho más que eso.
Recuerdo cuando oí por primera vez acerca del Curso de lingüística que se ofrece aquí en el Centro de Capacitación Misionera (CCM) hace unos años. Eso ocurrió en el Instituto Bíblico de New Tribes (NTBI) en Jackson, Michigan, durante mi primero o segundo semestre. Un grupo de estudiantes y de miembros del personal del CCM vino para hablarnos un poco sobre cómo sería la siguiente fase de la capacitación, si decidíamos seguir adelante. Una pareja de los estudiantes estuvo en el Curso de lingüística, una especie de “suplemento” opcional, después del curso normal de plantación de iglesias. Nos hablaron acerca de todos los diferentes sonidos que la boca humana puede hacer, y nos dieron la oportunidad de probar. Recuerdo lo extraño que fue intentar hacer esos sonidos diferentes. También recuerdo mi asombro al pensar que estos sonidos pudieran contribuir a palabras con verdadero significado en otra lengua. Tuvimos una sesión de Preguntas & Respuestas un poco más tarde. Se expuso más sobre el Curso de lingüística; pensé que probablemente me gustaría tomarlo cuando fuera al CCM. Pero eso estaba muy lejos, y de todos modos probablemente no sacaría un puntaje lo suficientemente alto en la prueba de aptitud.
Adelantemos la historia unos 5 o 6 años, y me encuentro en medio de mis clases en el CCM. La gran prueba de aptitud se acerca; aún no estoy segura si quiero tomar el Curso de lingüística ahora o no. Sobre todo porque para llegar al CCM me tomó más tiempo del que había planeado y estaba impaciente. Entonces hice como Gedeón y puse fuera mi vellón. “Señor, por favor. Por favor, por favor, permíteme hacer muy bien o muy mal esta prueba. De esa manera sabré si debo o no debo tomar el curso”. Bien, saqué un puntaje corriente. Nada espectacular. Nada terrible. Corriente.
Sabía que el curso era difícil, y el hecho de que mi capacidad natural no era la de una super-heroína, simplemente significaba que sería más difícil para mí; esto hizo que no deseara tomarlo. Lo sé, lo sé –soy un ser humano voluble.
Pero, mientras seguía tomando las clases, Dios comenzó a cambiar mi corazón. Escuché historias de misioneros que estaban haciendo cosas que ellos nunca imaginaron que harían. Estaba tomando clases sobre cómo alfabetizar a la gente a la que íbamos a ir. Vi videos de dedicaciones de la Biblia, hombres y mujeres recibiendo la Palabra de Dios, escrita en su lengua materna. Si unos meses más de clases podían prepararme mejor para el futuro ministerio, y yo podía tomarlos, ¿por qué no habría de hacerlo?
Así que, mientras escribo esto, ya tengo cerca de un mes en el curso. Ha sido muy difícil; pero es una buena dificultad. Recuerdo a los anteriores estudiantes del Curso de lingüística, diciéndome que aprendería mucho en él, y que la mayoría del aprendizaje no sería sobre lingüística. Y, oh, ¡qué cierto es eso! No me malentiendan, ¡estoy aprendiendo mucho acerca de la lingüística! Pero Dios está preocupado con algo más, mi corazón.
La inseguridad se ha colado en mi corazón en las últimas semanas; no es algo a lo que estoy acostumbrada. Por supuesto, he tenido días y momentos de inseguridad y siempre me siento incómoda en medio de grupos grandes. Pero por lo general, estoy bastante cómoda. Sin embargo, el crecimiento no sucede, no puede suceder, en el ámbito de lo cómodo.
Por lo tanto, veo que estoy en este curso, donde soy muy lenta para procesar y entender las cosas; nunca me había sentido tan inadecuada. Cada día que pasa, mi manera de pensar es ensanchada. Soy el tipo de pensadora para quien todo es “blanco o negro”; las cosas son o no son. La lingüística no funciona así; la vida tampoco. Para resumirlo todo, me he encontrado cara a cara con mi debilidad.
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” 2 Corintios 12:9-10.
Yo podría quedarme, y hasta complacerme, en mi incomodidad. Pero entonces sólo quedaría estancada. No quiero conformarme con quedar estancada. Quiero la vida. Y para tener vida, debo crecer; el crecimiento ocurre cuando llegamos al final de nuestros recursos, es el lugar donde no podemos hacerlo por nuestra cuenta; es el punto donde caemos de rodillas ante el Señor. Ahí es donde ocurre el crecimiento. Quiero ser como Pablo, y aprender que mi debilidad es una oportunidad para que brille la fuerza de Dios. Sería necia si pensara que la lingüística será el único lugar donde voy a ser débil. La verdad es que, lo vea o no lo vea, soy débil. Cada día de mi vida necesito que Cristo sea mi fortaleza.
Y, por lo tanto, ésta será mi oración diaria, si es que no lo es de cada hora, que Cristo sea exaltado en mi debilidad. Y que persevere, porque al final del día la única razón por la que estoy tomando Lingüística es para que Cristo sea exaltado. Es para ver que las naciones lleguen a conocer la vida, y para “Gustad, y ved que es bueno Jehová”.
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