17 de julio
Varias cosas me han desanimado últimamente. La cantidad de personas que optan por unirse a nuestro equipo se ha reducido este año; hay muchos perjuicios en el mundo.
Cuando llegan esos momentos, parece que Dios es fiel para enviarme algo que me recuerde el panorama general de Sus grandes propósitos eternos como un estímulo. Cuando estaba desalentado y malhumorado por cosas de la oficina, leí estas palabras escritas por Pablo: “…lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo”.
Durante la orientación previa al campo, uno de nuestros amigos se conmovió profundamente por las familias que dieron testimonio de cómo Dios está moviéndolas a renunciar a muchas comodidades y relaciones con la familia y amigos por amor a aquellos que nunca han oído el Evangelio; eso me conmovió a mí también.
Ellos están uniéndose al equipo y cambiando el estilo de vida de la certeza de lo que conocen por un camino de incertidumbre. Acabo de recibir un correo electrónico de alguien que acaba de unirse al equipo y que lo dijo de esta manera: “Aún no sabemos qué nos depara este viaje. Pero sabemos que en esta mañana 6.000 grupos étnicos despertaron sin tener ninguna palabra de la Verdad a la cual recurrir. Ellos tienen que afrontar su día sin la Luz; viven temerosos, desesperados, perdidos”; ésa es la peor incertidumbre.
¿Qué nos sostendrá en la rutina diaria de este camino de fe e incertidumbre? Es el deseo de nuestros corazones de que todos adoren al hermoso y magnífico Salvador. Él es muy digno de nuestra adoración. Todos los seres humanos tienen que adorar a alguien o a algo ya que fuimos diseñados para adorar.
Necesito volver a concentrarme en mi adoración para que otros también puedan hacerlo. Sigue siendo cierto, se trata de la adoración.