23 de diciembre
La temporada de lluvias de este año ha presentado algunos desafíos de vuelo interesantes. En un vuelo reciente yo estaba tratando de sacar una familia de la tribu para que pudiera asistir a un funeral de un miembro de la familia en su país.
Tuve que hacer intentos durante tres días antes de poder llegar a su sitio. En uno de esos días, me puse a esperar en un campo remoto a que mejorara el tiempo. Como de costumbre, alrededor de 15-20 personas rodearon el helicóptero pocos minutos después de apagarlo.
Cuando sucede esto, normalmente empleo mi tiempo asegurándome de que ninguno vaya a causar un daño accidental a la aeronave, respondiendo preguntas acerca de dónde soy y a dónde voy. Luego los oigo decirme cómo llegar allí porque piensan que aterricé debido a que estoy perdido.
En esta ocasión hubo una agradable sorpresa; algunas de las damas que vinieron, pensaron que podría necesitar un refrigerio, entonces descendieron la colina hasta sus casas y me trajeron una taza de café caliente; fue una sorpresa agradable.
Un receso con café en un lugar remoto
Dos días después, cuando intenté el vuelo nuevamente y finalmente pude sacar a los misioneros, compré unas cajas de rosquillas e imprimí una tarjeta navideña/tratado de evangelización en idioma tagalog que yo había hecho. Luego, en mi último vuelo, aterricé en el mismo sitio para dejar en la pequeña comunidad agrícola un regalo de Navidad y una porción de la Palabra de Dios, con la esperanza de que Él usará esto en algunas vidas.