Durante 20 años, la misionera de NTM Linda Kreig compartió su corazón y su vida con la tribu siawi y otras personas en las selvas remotas de Papúa Nueva Guinea.
Después de la victoria en el campo misionero, hay preguntas que persisten –¿Qué sigue?
Arrellanado en lo profundo de las selvas remotas de Papúa Nueva Guinea, un logro que estuvo gestándose durante 20 años ha alterado el futuro de un grupo étnico entero. Pero con la alegría viene la incertidumbre. Algunas preguntas siguen sin respuesta.
Los siawis, un grupo étnico indígena, recibieron el tesoro más preciado posible –el Nuevo Testamento en su propia lengua. Un equipo de hermanos dedicados trabajó durante años traduciendo la Palabra de Dios al idioma de esta tribu apartada. Pero con este logro llega una pregunta que siempre está presente. Es una preocupación que quiero compartir con ustedes hoy. Y el siguiente testimonio comunica en forma perfecta lo que hay en mi corazón.
La misionera de NTM Linda Krieg terminó recientemente un periodo de 20 años sirviendo a la gente siawi en una aldea distante de Papúa Nueva Guinea. ¿Por qué se terminó el tiempo de Linda con los siawis? Porque ella y sus compañeros de trabajo concluyeron un nuevo capítulo en la historia del reino de Dios. Llevaron a cabo la enorme tarea de traducir las Escrituras a la lengua materna de los siawis. Estas buenas nuevas traen alegría; sin embargo, algo sigue punzando mi corazón en cuanto a la historia de Linda.
Venciendo obstáculos insuperables
De O’Fallon, Missouri, llegan buenas cosas. A mediados de los años ‘80s, Dios movió el corazón de Linda Krieg para que comenzara una nueva obra de fe. Habiendo enviudado recientemente y estando en sus 40s, Linda empezó a prepararse para servir en el campo misionero. En agosto de 1986, llegó a Papúa Nueva Guinea, abriendo las puertas para que un equipo trabajara con la tribu siawi.
Durante los siguientes 20 años, Linda combatió el terreno áspero y la distante ubicación, y venció el temor que vio en los ojos de los hombres y las mujeres a los que había venido a servir. Los siawis no conocían a Cristo y vivían en constante agitación.
Este grupo étnico, al igual que muchos otros de Papúa Nueva Guinea, era animista y adoraba temerosamente el mundo de los espíritus. Como resultado había disputas familiares que habían persistido durante generaciones. La animosidad comenzaba cuando alguna enfermedad o dificultad azotaba a una familia. Buscando una respuesta, el grupo afectado decidía que otra familia debía haber empleado la brujería para causar su sufrimiento. Para vengar su daño, la familia afectada atacaba a los que ellos creían que habían traído el mal a su vida. Este ciclo de odio y venganza continuó durante años y años, creando un ambiente traicionero y frecuentemente violento para misioneros como Linda.
Linda sirvió como lingüista de su equipo y comenzó la empresa de traducir la Biblia al idioma siawi. Durante un tiempo ella viajó para ayudar a otros equipos de plantación de iglesias, trabajando como especialista en traducción y lingüística. Finalmente logró concentrarse en completar la traducción del Nuevo Testamento.
¿Cómo venció Linda la superstición, la desconfianza y las rivalidades que amenazaban la obra? La respuesta es simple pero poderosa: la fidelidad de Dios y un apasionado equipo del campo misionero facultaron a Linda para que perseverara y completara la obra a la cual había sido llamada.
Hoy en día la gente siawi está equipada con las Escrituras en su propia lengua, y están yendo a las tribus vecinas con la luz del Evangelio; están dando de la misma manera que han recibido. Las familias están siendo restauradas, y se está transmitiendo una nueva historia –una historia de esperanza, amor y redención. Pero queda una pregunta:
¿Donde encontraremos al siguiente William Carey, al próximo David Livingstone, y a la siguiente Linda Krieg?
Quizás has escuchado las historias de misioneros del pasado, historias de regiones enteras siendo transformadas con el amor de Cristo. La historia de Linda ahora hace parte de ese legado, clasificada entre los misioneros de nuestro tiempo.
Pero tenemos un desafío ante nosotros. Cientos de tribus de Papúa Nueva Guinea aún necesitan una clara presentación del Evangelio, sin adornos y en su propia lengua. Más de 200 de ellas todavía carecen de las palabras de Cristo en su propio idioma. A nivel mundial, 700 grupos étnicos no han conocido un testimonio cristiano, y más de 2.000 tienen pocos creyentes y nada de la ayuda exterior que necesitan para establecer una iglesia madura. Hacer discípulos de todas las naciones puede parecer imposible, sobre todo cuando los misioneros deben abandonar el campo por una razón u otra.
Sin embargo, mi corazón está lleno de esperanza. Permítanme compartir con ustedes un secreto increíble: sé exactamente dónde se encuentran los futuros misioneros. Dios puede hacer lo que el hombre no puede llevar a cabo.
Instituto Bíblico New Tribes, donde empiezan las misiones
En los campus de los institutos bíblicos de NTM se encuentran los obreros de mañana. En la década de los 50s, el liderazgo de NTM vio la necesidad de preparar a futuros misioneros. Esta comprensión llevó a la formación de nuestro primer Instituto Bíblico en las afueras de Milwaukee, Wisconsin.
Años más tarde, NTBI (Instituto Bíblico de New Tribes por sus siglas en inglés) también estableció un segundo campus en Jackson, Michigan. Cada semestre, los asientos de ambos planteles se llenan con hombres y mujeres jóvenes que buscan la voluntad de Dios y la preparación para el campo misionero. Se ha diseñado un currículo muy premeditado, un currículo con un enfoque específico en misiones. Mientras una universidad bíblica tradicional puede ofrecer clases bíblicas generales y ayudar a preparar a las personas para la obra cristiana en Occidente, los institutos bíblicos de New Tribes llevan el estudio de misiones a un nivel completamente nuevo. En cada institución los estudiantes se sumen profundamente en la Palabra de Dios, a fin de prepararlos para que compartan durante toda su vida la esperanza de Cristo, ya sea en Estados Unidos o en el mundo.
La Gran Comisión continúa aquí
Los maestros, muchos de ellos con experiencia en el campo misionero, capacitan a los estudiantes tanto en la comprensión bíblica como en destrezas prácticas para el campo misionero. Los estudiantes viven entre misioneros, quienes ponen en práctica lo que enseñan. Las amistades desarrolladas a nivel individual con el profesorado y el personal ayudan a los estudiantes a retener información, a profundizar en su entendimiento de la Biblia, y a convertirse en maduros seguidores de Cristo. Así como los primeros discípulos de Jerusalén difundieron el Evangelio cerca y lejos, los graduados de NTBI siguen compartiendo hoy las buenas nuevas con los de su generación.
Esta cultura de impartir el discipulado en el campus hace más eficaces a los estudiantes para ayudar a otros en el campo misionero. Ellos aprenden de personas como Linda, quien inculca en ellos un sentido de cómo debe ser el verdadero discipulado, lo que resulta en misioneros más eficaces.
La nueva perspectiva de los estudiantes sobre la obra misionera se basa en una sólida comprensión de los 66 libros de la Biblia. Su estudio en profundidad les da una mayor claridad en la interpretación y aplicación de las Escrituras a su vida diaria. Los estudiantes adquieren una nueva apreciación de lo que pesa en el corazón de Dios: alcanzar a los perdidos. Como resultado, la Gran Comisión deja de ser nada más que un versículo conocido, se convierte en un estilo de vida.
Además de este nivel de discipulado e instrucción, está el hecho de que los estudiantes pagan básicamente sólo el alojamiento y la comida, y empiezas a ver por qué los institutos bíblicos de New Tribes son lugares especiales para crecer más en Cristo. Los estudiantes salen de estos planteles fundamentados en el conocimiento bíblico, dotados con destrezas prácticas para el campo misionero, y sin deudas. Esto permite que los graduados vayan al campo misionero mucho más rápido, dando paso a vidas transformadas, comunidades cambiadas, y que naciones enteras sean enseñadas en cuanto a nuestro Salvador, Jesucristo.