“Cuando estaba a punto de acostarme, escuché el sonido de lamentos”, informó Danica Rich, misionera en Brasil. “Yo nunca antes había oído ese sonido, y no sabía de qué se trataba; me produjo un escalofrío de tristeza”. Sería hasta la mañana siguiente que ella se enteraría que un hechicero importante de aguas arriba había perdido su batalla contra la tuberculosis.
Un tiempo de duelo
“Debido a su muerte, oímos… que a nadie se le permitiría trabajar durante siete días”, informó Danica, “nadie en absoluto. Los hombres no podrían preparar el terreno para sus huertos. Las mujeres no podrían trabajar en sus collares de cuentas; sería un tiempo de duelo para toda la comunidad”.
Danica y su esposo, Jevon, no podían dejar de preguntarse si todo tenía que ver con el dolor y el respeto por los muertos –o si había algo más detrás de esto.
En los siguientes días surgieron explicaciones contradictorias. Algunos dijeron que si una persona trabajaba durante el tiempo señalado, alguien más moriría; otros dijeron que quien violara la prohibición se volvería perezoso.
Confusión antes de la claridad
Para que las aguas se aclaren, primero deben enturbiarse. Unos días después los trabajadores se aparecieron en la casa de Rich. Pasaron momentos difíciles mientras Jevon y Danica trataban de entender por qué ellos podían trabajar. Solamente habían pasado cuatro días desde la muerte –no siete; pero los trabajadores insistían en que estaba bien.
Cuando Palmira, su coobrera, pasó por la casa, les preguntó a ellos: “¿Por qué una persona dice siete días y otra dice cuatro?”.
“Ustedes no entienden nuestra cultura”, dijo el trabajador. “La gente… del otro río dice que son diez días, pero ellos no mandan aquí. El hombre que gobierna aguas arriba dice que son siete días, entonces algunas personas no van a trabajar durante siete días. …Floriano [el hombre mayor de su comunidad] nos dijo que podíamos esperar cuatro días. Así que no trabajamos durante cuatro días”.
Un punto crucial
“Por eso”, continuó él, “yo le digo a mi gente: ‘La Palabra de Dios no es así. En nuestra cultura una persona dice una cosa y otra dice otra. Pero la Palabra de Dios no es así; ya está escrita, no se puede cambiar’”.
“Yo creo que él dio en el clavo con esos comentarios”, informó Danica. “La diferencia entre las tradiciones orales de los hombres y la Palabra de Dios escrita”.
Ora a medida que continúa la evangelización de los grupos étnicos de Brasil, que más personas comprendan estas verdades importantes.
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