Queridos compañeros de ministerio,
Para nosotros es un privilegio escribirles de nuevo con el fin de darles gracias por sus donativos financieros para que podamos continuar en la obra de traducción que el Señor nos da para hacer. Estamos muy conscientes de su preocupación por nosotros. Aunque no estamos en Brasil, el país y la obra de la misión siguen siendo una parte muy importante de nuestras vidas. La tecnología actual me permite mantenerme en constante comunicación con mi equipo. Las correcciones de los textos traducidos van y vienen entre los dos países con el clic de un mouse.
Sigo habituándome a mi enfermedad de Parkinson. Encontrar un medicamento que supla mis necesidades y no tenga efectos secundarios significativos ha sido un desafío; gracias por orar.
En los últimos meses nuestros corazones han sido alentados por lo que el Señor está haciendo en la iglesia local de Gwen en Kentucky. Ambas reuniones, la celebración de nuestro regreso al país y el septuagésimo aniversario de la congregación, han suscitado alabanza y gloria al Señor por lo que Él ha hecho y está haciendo allí. Ciertamente en estos setenta años el Señor ha afectado la comunidad local de Gwen, su propia familia, y muchas otras personas a medida que se ha predicado Su Palabra. El propio primo de Gwen acaba de aceptar el cargo de pastor. Él creció en la iglesia y ha vivido y enseñado fielmente la Palabra en la comunidad en el transcurso de los años.
Regresemos ahora a Brasil. ¡Goooooooooool! Nosotros aclamamos a ambas selecciones, Estados Unidos y Brasil, durante los partidos del Mundial de Fútbol. Brasil está lamentando haber perdido la oportunidad de ser campeón del mundo por sexta vez (más que cualquier otro país) en su propio país. Pero muchos los aclaman por el gran espectáculo y por el recibimiento de las naciones para este gran evento. Aquellos de nosotros que crecimos allí, también estamos tristes, pero lo que está hoy en nuestros corazones son las aproximadamente noventa tribus brasileñas que aún necesitan equipos de misioneros para ser alcanzadas con el Evangelio. No hay que pensar que es imposible ya que el número 200 solía ser la meta.
Echamos de menos no haber ido a Brasil en este año —la primera vez en quince años. Mi mamá sigue bien a sus 99 años; mi hermana y mi cuñado están cuidándola fielmente. En esta semana, Carolina habló de lo bien que Mamá se desempeñó al ser entrevistada por diez jóvenes estudiantes brasileños.