Leo había tenido una semana difícil. O más exactamente como una serie de semanas difíciles. Ella no ha estado durmiendo bien desde diciembre, cuando Teresa, su hija adolescente, comenzó a sentir como si no pudiera respirar en las noches. Leo frotaba el pecho de Teresa y se quedaba con ella, pues su hija estaba aterrorizada de que estuviera muriendo. Ella decía que sentía como si su alma estuviera abandonando su cuerpo. Se sentía perfectamente bien durante el día, pero estaba demasiado asustada para siquiera intentar dormir durante la noche.
La familia intentó todo lo que podía imaginar. Ellos llamaron al hechicero para que la tratara, pero su temor persiste. Mi coobrera le dio velas a la familia para alumbrar en la noche, ya que la hija está demasiado asustada cuando oscurece. Ella tiene temor de la oscuridad, temor de los espíritus, temor de que su respiración sea robada, temor de morir…
Simplicidad, otra hija de Leo, ha dicho: “A veces tengo tanto miedo que ni siquiera puedo soportarlo. Me asusto a tal punto que todo mi cuerpo tiembla”.
El temor es un compañero constante de la gente nahuatl, y la ausencia de éste se nota de manera dramática. Se nota mucho en la vida de Agustina, la primer creyente de Las Moras. La gente quiere saber por qué ella no tiene temor de los espíritus, de morir, del arco iris, de los truenos, y de la oscuridad. Ella dijo: “Yo solía dormir ‘consciente’, ¿sabes? Cualquier cosa pequeña me despertaba con miedo. Pero ahora solamente duermo”.
Ora por el continuo testimonio de Agustina de la “paz que sobrepasa todo entendimiento” ante una comunidad gobernada por el temor. Ora por la familia de Leo: que su hija halle un poco de paz para dormir, mientras tanto, pero lo más importante: que su familia encuentre la verdadera paz por la eternidad.