Mientras esperábamos en la fila de la aduana del aeropuerto de Washington D.C. debimos haber parecido muy cómicos mirando todo lo nuevo y diferente con ojos desorbitados. Todo estaba libre de polvo, impecable y muy organizado. Cada ventana de los cubículos de la aduana estaba espaciada con precisión. Y ninguna de ellas estaba rota o mal puesta. Lo primero que Arielle dijo fue: “¡Este piso [de la aduana] se ve tan limpio que se podría servir una comida sobre el piso mismo!” (Pero no lo haríamos, no se preocupen).
¡Increíble! Así es como nos hemos sentido desde el momento en que aterrizamos en Washington D.C., en estado de choque. Todo se ve tan diferente. Es como si estuviéramos en un mundo totalmente nuevo, como extranjeros pero donde crecimos. Todo parece conocido, pero nos sentimos incómodamente fuera de lugar. La nota positiva: es un cambio agradable sólo sentirse fuera de lugar y no verse fuera de lugar también.
Todos estos pensamientos son un recordatorio del hecho de que este mundo no es nuestro hogar de todos modos; estos sentimientos son realmente buenos y saludables para nosotros. Pero a veces es simplemente difícil nadar contra la corriente. Hay momentos en que todos los músculos de nuestro cuerpo sólo quieren ir con la corriente.
Por lo tanto, esta es nuestra súplica: “Dios, danos la fuerza para aceptar este choque, para ir contra la corriente como un recordatorio de que este mundo no es nuestro hogar y que debemos estar ocupados en los negocios de nuestro Padre”.
Esto no es fácil cuando nuestra cultura americana reclama que tenemos derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. ¿Realmente? ¿Dios nos prometió esto? ¿Estamos dejando que la cultura moldee nuestro pensamiento o la Palabra de Dios? Este reclamo no es lo que nuestros compañeros creyentes están experimentando en todo el mundo. Vivimos en un mundo caído y estropeado y la única manera en que vamos a hallarle sentido a todo lo que encontramos a diario es humildemente sometiéndonos a Dios.
Dios es nuestra vida, nuestra libertad, nuestra felicidad. Todo esto no se encuentra en el último gadget (aparato novedoso) o en la acumulación de cosas; se halla en Jesús. Dios es el único camino para hallarle sentido a nuestro choque cultural inverso, a nuestro deseo de tener un “hogar”, a nuestro anhelo de encajar. Nuestro deseo es que cuando nos sintamos fuera de lugar en este mundo, a medida que aceptamos el choque cultural, a medida que nos adaptamos a los cambios, a medida que nos adaptamos culturalmente a toda las lista de novedades, que nos volvamos un poco más como Jesús, a fin de que la gente pueda verlo a Él. En el mejor de los casos sólo será un reflejo borroso, ¡perode todas formas, un reflejo!
Algo para reflexionar:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1 Juan 2:15-17.
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” Romanos 15:13.
“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” Hebreos 11:13.