Tras la muerte de su hija Nelda, el testimonio de esperanza de Salim está confortando a muchos.
Nelda, una niña mwinika de cinco años, no fue llevada al hospital debido a que esa decisión dependía de su tío, y él eligió los tratamientos tradicionales.
Salim y su esposa Tima están consolados por el hecho de que ellos saben y entienden que la vida en el cielo será muy diferente. La esperanza de que en su futura mansión no habrá lágrimas, dolor ni hambre, hace que sus ojos sigan brillando aun en medio de esta gran pérdida.
“Después de asistir durante muchos años aquí a funerales desgarradores y desprovistos de esperanza… no podemos expresarles en qué medida nos ha animado haber asistido al funeral de Nelda”, comenta Nadia Hattingh, quien ministra en la aldea de Salim.
Salim compartió: “Nosotros sabemos que la muerte hizo su entrada en este mundo por la desobediencia de Adán. La muerte es una consecuencia del pecado, pero sabemos que Dios ha hecho un Camino —solamente uno— para que seamos redimidos. ¡Podemos ser salvados de la muerte eterna! ¡Nosotros confiamos en el Camino de Dios!
“Nosotros sabemos que nuestra hija está con el Señor ahora, y que todo su dolor y sufrimiento ya acabó. En eso tenemos gran consuelo. Solamente es muy duro para nosotros; echamos de menos a nuestra hija, pero sabemos que ella está bien ahora”.
Oremos para que esta tristeza esperanzadora llegue y toque a muchos otros pueblos tribales que no tienen esperanza de vida eterna.