A la mayoría de nosotros probablemente nunca se nos ocurriría usar un pequeño cerdo de cerámica, regalado por algún buen amigo, para ayudarnos a aprender un idioma. No es el caso de Lindsey Burrows, quien está trabajando duro para fomentar amistades, aprender cultura y hablar el idioma.
Ella escogió esta baratija, junto con una taza común de cereal, para ayudarse a aprender a situar palabras. Ella dice: “Actualmente estoy en la Etapa Uno del estudio del idioma, en la cual uno tiene que aprender a relacionarse por medio de lo común y lo conocido”.
Esta idea de poner el pequeño cerdo en diferentes lugares con relación a la taza, la ayuda a ella a visualizar la palabra que está aprendiendo. Intentar aprender entre 30 y 45 palabras nuevas al día no es una tarea insignificante.
Así que, ya sea poniendo este pequeño cerdo de cerámica boca arriba, debajo, al lado, sobre el lado izquierdo, etc., está demostrando ser una herramienta muy útil en la búsqueda de Lindsey de aprender un idioma. Ella ha ingeniado una forma para conseguir un suministro interminable de palabras comunes y familiares por medio de esta actividad sencilla.
El idioma que ella está empezando a aprender, juntamente con la manera cultural de relacionarse y comunicarse, es el primer paso para salvar la distancia que le permitirá alcanzar a aquellos que nunca han oído las buenas nuevas. Este idioma es el que el país mismo ha declarado como su idioma “oficial” o “nacional”.
Los misioneros a los pueblos tribales se mudan después a un sitio indígena donde se embarcan una vez más en el aprendizaje de otra lengua. Con frecuencia son idiomas que ni siquiera han sido escritos aún y el aprendizaje ocurrirá sin libros ni materiales de estudio, aparte de aquellos que los misioneros desarrollen por sí mismos.
Luego, algunos otros misioneros que también están comprometidos con alcanzar a los pueblos indígenas con el Evangelio, ponen sus capacidades al servicio de aquellos misioneros que viven en las comunidades indígenas. Ellos les ayudan al llevar a cabo aquellas tareas diarias que pueden consumir bastante tiempo, sin mencionar lo que significaría tener que viajar desde sus sitios selváticos. Esto requiere que el misionero “de apoyo” hable el idioma “oficial” con bastante fluidez.
Si Lindsey hace el trabajo de comprar suministros o de conseguir citas médicas u odontológicas o cualquier cantidad de otros ministerios “de apoyo” que son necesarios para alcanzar las tribus con el Evangelio, este primer idioma que ella está aprendiendo resultará ser el más importante.
Si ella decide mudarse a un sitio tribal, los principios y disciplinas de aprendizaje que ella está usando para este idioma y las ideas creativas que ella emplea también serán muy útiles en ese esfuerzo.
Oremos por esta etapa que consume bastante tiempo de los misioneros que van a hacer discípulos. Oremos por ideas creativas, como el pequeño cerdo de Lindsey.