Linda Krieg se despidió de su amado pueblo siawi la semana pasada. La noche antes de su partida, la iglesia siawi organizó una “gran cena de despedida, con cerdo montés, verduras de la selva cocidas en leche de coco y arroz”.
Después del ágape, uno de los ancianos se puso de pie y dijo: “No lloren mañana cuando salga Linda; Dios envió los misioneros para que pudiéramos tener vida”.
En efecto, los veintiséis años que Linda ha estado ministrando la Palabra de Dios a la gente siawi han sido usados por Dios para abrir muchos corazones a fin de que reciban el don de la vida eterna.
Linda informa que más tarde el anciano siawi anunció: “Así como las iglesias ayudaban al apóstol Pablo cuando lo enviaban, nosotros queremos ayudarte Linda. Hemos recogido un donativo… para ayudarte con tu viaje de regreso a Estados Unidos”.
Linda se conmovió con los regalos sacrificiales de la iglesia siawi. No fue fácil decir adiós a muchos amigos queridos o poner fin a décadas de vida y ministerio entre la gente siawi.
Linda dice que toda la magnitud de su tristeza ha sido mitigada por su cansancio extremo. Los días previos a la despedida, Linda los pasó en las últimas etapas de una minuciosa rutina de traducción que se ha vuelto muy familiar.
Ella nos puso al tanto con un breve informe desde un lugar que queda a una distancia del que fuera por mucho tiempo su hogar siawi, un lugar donde estuvo acompañada por tres coobreros de idioma de la etnia siawi.
La meta era terminar la última revisión del libro de Mateo –el último libro que debía ser revisado para completar el Nuevo Testamento en idioma siawi, y hacer una lectura total de los últimos libros (Santiago, 1 Juan, Apocalipsis y Génesis), buscando errores de gramática y ortografía.
Originalmente, Linda tenía la meta ambiciosa de que su grupo leyera y revisara 800 versículos al día. A ese paso, comenta ella, la revisión habría sido completada hace varias semanas. Pero existe un término siawi para su meta de 800 versículos diarios: “Tetame tamo. Lo cual significa: ‘Estaba soñando’”.
Linda informa que por estar sumida en la revisión, “no he podido pensar en la salida”. “Aún estamos trabajando”; y sin embargo, esta dedicación inalterable a la obra también es inmensamente gratificante.
“Es muy bueno”, declara Linda, “leer de cabo a rabo y empaparse uno de todo el caudal de sabiduría de la Palabra de Dios”.
Empacar para un vuelo de regreso a Estados Unidos no es fácil. Implica pesar las cosas, tratar de evaluar qué tan esencial es cada una de sus pertenencias.
Linda dice que su tarea no termina con su salida. El trabajo minucioso en el Nuevo Testamento en siawi continuará después de su partida. Ella tiene planes de continuar trabajando en la preparación del Nuevo Testamento para su publicación. Después de eso, Linda revisará y editará los materiales de alfabetización en siawi, incorporando algunas ideas nuevas.
Y finalmente, cuando se publique por fin el Nuevo Testamento en siawi y llegue a las costas de Papúa Nueva Guinea, “si el Señor lo permite, regresaré para unirme a los siawis en alabanzas y acciones de gracias al Señor por la provisión de Su Palabra en el idioma de ellos”.
Cuando ella salía, uno de sus amigos siawis le dijo: “Ahora vamos a vivir muy apartados, en lados opuestos del mundo. Pero más tarde, todos viviremos cerca para poder vernos unos a otros y charlar todo el tiempo”.